El 20 de julio de 1969, se hizo viral la frase “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad” pronunciada por el astronauta Neis Armstrong cuando pisó la luna por primera vez. Sin embargo, esta frase no la podríamos utilizar hoy si pretendiésemos definir lo que va a suponer la nueva LOMLOE.
Quienes me lean todas las semanas, pensarán que únicamente busco los aspectos negativos de la Ley; nada más lejos de la realidad. Les puedo asegurar que me he leído el articulado de la LOMLOE unas cuantas veces, y pocas cosas positivas puedo extraer de esas lecturas.
Hoy, me voy a centrar en una. La nueva modalidad del Bachillerato, el bachillerato general. Este nuevo bachiller es un pequeño paso hacia adelante en la adaptación del sistema educativo a nuestra realidad. Y es que muchos alumnos al finalizar la etapa de la educación secundaria no tienen claro qué estudiar. Dudan entre decantarse por una formación profesional o por un bachiller. No saben muy bien si son mejores en ciencias o en letras. En definitiva “ni chicha, ni limoná”; y ésta puede ser una estrategia válida para aumentar la tasa de titulación de bachillerato en España.
Aún siendo un pequeño avance tanto para el sistema como para los alumnos, la Ley se queda corta. En los despachos de Alcalá 34 (calle en la que se ubica el Ministerio de Educación) se estaba valorando la posibilidad de incorporar también la modalidad del bachiller en bloques. Ésta no es nueva. Es lo que se viene aplicando hace años con los bachilleratos nocturnos y con los centros de tecnificación deportiva que existen ya en algunas comunidades autónomas. Y
esta opción no viene más que a refrendar el modelo de adaptación del sistema educativo a la sociedad actual. Aquí, en Mallorca, el IES que dirijo, solicitó el curso pasado a la Conselleria d’Educació, Universitats i Recerca la autorización para poder implantar estos estudios ya que muchos alumnos matriculados cursan, de facto, el bachiller en tres cursos académicos.
En definitiva de lo que nos damos cuenta es que en la redacción de esta nueva Ley tendría que haberse utilizado dos palabras mágicas: adaptación y alumno; cosa que no se ha hecho. Ésta es una Ley que no se adapta a las necesidades actuales y que en muchos de los preceptos y cambios recogidos no se ha situado al alumno en el epicentro de la norma.
El resultado está claro.