Miguel Angel Gómez, director deportivo del Real Valladolid, asegura en una entrevista no ser partidario de proyectos a largo plazo. Comparto su punto de vista porque, entre otros argumentos, el del Mallorca ha desembocado en Segunda B y el fútbol actual, de ritmo vertiginoso y que no le admite a ningún equipo tres derrotas consecutivas, no entiende más que de victorias. El flujo de dinero es de tal envergadura que nadie puede permitirse el lujo de tomarse el presente con paciencia y el futuro con esperanza. Mañana ya es hoy, algo que los accionistas americanos y su dilecto Maheta Molango no es que no lo entiendan, es que se excusan en un falso concepto del deporte profesional de principios diferentes a los aplicados en Europa. ¡Mentira!
Los grandes espectáculos de los Estados Unidos, la NBA, el “football” y el béisbol, sobreviven en una selva no tan distinta. También reciben cantidades astronómicas de las grandes cadenas de televisión, sin las que no sobrevevirían, al punto de que adaptan las reglas del juego a las exigencias de las inversiones publicitarias del medio, con cuatro cortes en medio de un partido y no uno solo como en España y Europa. Y los perdedores que no generan audiencia, evidentemente ligada a sus triunfos, las pasan canutas, así que ¡menos lobos!.
Abundando en su error, Molango y Recio han decidido prolongar los contratos de los nuevos futbolistas. Cuatro años a uno, tres años al otro, con el agravante de que muchos de ellos vivirán aquí su retiro como ya hicieron los malogrados Ansotegui y Juan Rodríguez. ¿Qué pasa si no se consigue el ascenso el primer año? o, en caso contrario, ¿qué hacemos si se asciende y ni uno sirve para competir en Segunda A?.
Lamentablemente la sociedad moderna ha impuesto el corto plazo en todos los órdenes vitales y profesionales y el fútbol, ilustres ignorantes, no constituye ninguna excepción.
