Un PSOE humillado se arrastra y coquetea con el terrorismo

La legislatura será corta o indigna. No hay alternativa. El PSOE de Sánchez, lejos de ser lo que antaño fue un partido demócrata y constitucionalista, ha decidido no poner límites al poder. En estos tiempos debe ser ardua tarea la de mantener un carnet de militante que no vale sino para avalar los desvaríos de un presidente autócrata decidido a quebrar el Estado de Derecho a cambio del sillón. No le bastó perder las elecciones, sino que ahora ha decidido legitimar por Ley todo aquello que un día le parecía que no tenía cabida en la Constitución. El cambio de criterio no es la convivencia como intentan hacer tragar a las charos y los cuñados que todavía les aplauden, sino el poder. Pura, simple y llanamente el poder.

Hasta ahora la posición del Gobierno era que los delitos de terrorismo eran una "línea roja", que un caso así no podía ser amnistiable. Una "línea roja" que el ministro de Transportes, Óscar Puente, definió recientemente como "algo que uno no se debe saltar o no quiere saltarse". A pesar de ello y sin ruborizarse, aseguran ahora que, a pesar de incluir en los supuestos de amnistía los delitos de terrorismo, cumplen con su palabra. Nos toman por tontos y están en lo cierto. Nunca hubo una sociedad tan dócil y frágil. Ellos desarticulan los pilares de la democracia y todavía hay bocas agradecidas que les ríen las gracias a cambio de unas raspas.

Son tantas las mentiras, los cambios de opinión y los embates autoritarios que ya nada sorprende. Es como cuando el organismo se acostumbra al veneno y pasa a tolerarlo. Que Sánchez llene el gobierno de amigos sin el menor talento o capacidad y degrade el consenso social con cada reforma será la tónica habitual de la legislatura. De ser un prófugo perseguido por delitos de sedición y malversación, Puigdemont ha pasado a dictar el destino del país del que cobra pero al que odia. En España gobierna la derecha más clasista, rancia y corrupta, aunque nos vendan que son el gobierno más progresista de la historia.

La huella que dejará Sánchez en la sociedad española será difícil de extirpar, pues legará un país roto y rendido; y un PSOE humillado y vendido. Puigdemont no se va a rendir y someterá de rodillas a Sánchez y, si puede, al Estado.

Juan Carlos Rodríguez Tur. Abogado.

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