Una demolición fruto del fanatismo político

El pleno del Consell de Mallorca ha aprobado no proteger el monolito de Sa Feixina, ignorando el dictamen de la ponencia técnica de la Comisión de Patrimonio que por dos veces consideró que debía protegerse el polémico monumento. Así pues y como advierte ARCA, se materializa un peligroso precedente por el cual los políticos decidirán, sin más criterio que su ideología, si algo merece protección o puede ser derruido.

El Ayuntamiento de Palma, en boca de su alcalde Toni Noguera, se ha apresurado a manifestar que ya no hay ningún impedimento para demoler el que es desde 2010 un memorial a todas las víctimas de la Guerra Civil Española y que en un plazo máximo de dos meses habrá desaparecido. “Licitaremos la demolición y la llevaremos a cabo”, ha declarado Noguera. Pero es previsible que no lo tenga tan fácil, pues se anuncian recursos judiciales que pueden echar por tierra los planes destructivos del “Govern de la Gent”.

Es de destacar que cuantos abogan para que la piqueta reduzca a polvo el monolito, lo adjetivan continuamente como “fascista”, ignorando que ya no lo es porque la alcaldesa socialista Aina Calvo (siendo teniente de alcalde José Hila, actual responsable de Urbanismo de Cort), aplicando la Ley de Memoria Histórica, lo contextualizó. Por tanto y por más que pretendan hacerlo creer, el monumento ya no es ningún monumento fascista. Y cabe recordar que su contextualización y supresión de los símbolos ideológicos, costó su dinero a los ciudadanos de Palma. Pero ahora ya no sirve de nada, pues de una forma más que sectaria y casi fanática, los partidos de izquierdas no aceptan lo que ellos mismos hicieron en 2010 y quieren tirar el monolito sin atender ningún otro criterio más que su propia voluntad.

No se ha prestado mucha atención a que la Fiscalía haya iniciado una investigación sobre el procedimiento emprendido por Cort para el derribo del monolito, tras una denuncia de la Fundación Círculo Balear. Y es que la contumacia en ignorar los informes técnicos y lo que es más importante, en acometer una demolición que ya no tendrá vuelta atrás y que supone derribar un elemento que cuenta con informes favorables a su protección, puede acabar sentando en el banquillo a aquellos que con tanta alegría la defienden.

Ignorar los informes técnicos y la voz de no pocos vecinos de la ciudad, además de que no les dará ni un voto más, sino que moviliza sobremanera a sus opositores, puede acabar pasando factura a PSIB, Més y Podem. Y que no lo disfracen de lucha antifascista como burdamente están pretendiendo. Nada hay de eso. Hay una voluntad trasnochada de revanchismo, muy alejada de la voluntad ciudadana, a quien este debate no interesa y ya aburre mucho. Y si acaso, indigna por el fanatismo que algunos demuestran.

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