Sería bueno un baño de realidad y no generar expectativas que no se van a cumplir con la recientemente aprobada Ley de alquiler turístico. Airbnb, una de las plataformas de alquiler por internet que más viviendas ofrece, ha calificado la Ley aprobada de “compleja y difusa”. Y se muestra dispuesta a seguir con su actividad, sin reparar en lo que la nueva norma establece, sin señal de amedrentamiento, ya que “Airbnb ha trabajado con más de 300 gobiernos de todo el mundo”. Lo que viene a decir que no piensan cambiar su política porque el Parlament así lo decida.
Para ser realistas y para aquellos que continuamente hablan de saturación turística, olvidando que estamos en pleno mes de agosto, en Barcelona, donde hay un gobierno municipal cuya combatividad contra el turismo (incluso con moratoria de nuevos hoteles) y contra el alquiler turístico está fuera de toda duda, la sensación de saturación no se ha reducido en absoluto y la falta de vivienda, sobre todo en el centro de la ciudad, no se ha visto mejorada en nada. Si alguien cree que la norma aprobada con tantas vicisitudes y con resultado tan evidentemente mejorable, va a cambiar la realidad, es que está soñando. Esta Ley ni acabará con el alquiler turístico de pisos, ni con la saturación turística que muchos denuncian, ni con el elevado precio de los alquileres en Palma o Ibiza.
Es posible que se logre cierta ordenación en el sector turístico del alquiler vacacional con la apertura de expedientes y la imposición de sanciones, algo que también acarrea un coste político, conviene que el Govern no lo olvide. Pero la saturación y las dificultades para acceder a la vivienda de alquiler van a continuar por mucho tiempo, como continúan en Barcelona pese a Ada Colau. Los milagros no existen, por más que algunos crean que pueden engañar a la ciudadanía hablando del techo de plazas, de la redistribución de la riqueza, de la economía colaborativa y tantas otras zarandajas.
