Da la impresión de que para reconvertir la Playa de Palma bastaría con hacer cumplir la normativa vigente. De que simplemente así se lograría un cambio integral, y de que si se trata de mejorar la calidad no hace falta diseñar planes multimillonarios. En la España de las autonomías hay hipertrofia legislativa suficiente como para sancionar a los hoteles que incumplan las leyes e incluso cerrarlos. Se ahorraría con ello mucho dinero y mucho debate, y alguna que otra propuesta del propio sector no demasiado justa para hoteles de 1 y 2 estrellas con todo en regla y con tanto derecho a existir como los que más. Porque las estrellas no siempre son una garantía. Este invierno un histórico pero renovado establecimiento de la Playa de Palma de 3 estrellas comercializaba habitaciones dobles por 14 euros. Dicho de otra forma, sobrevivía como podía. ¿Debería cerrar por incumplir la normativa? Porque si hay que borrar del mapa los hoteles ‘menores’, propongo que se haga lo mismo con los que tienen clientes que no se ajusten a la calidad ofrecida. Entendiendo las normas en un sentido amplio, ésta es otra forma de incumplirlas. Lo malo de mi elitista propuesta no es que choque con la libertad de empresa, otras que se han escuchado esta semana también lo hacen. Lo malo es que de llevarse a cabo habría que cerrar la mitad de los hoteles de la Playa de Palma y tres cuartos de oferta complementaria. Desde luego, eso sí sería una reconversión.





