Es cierto que la disponibilidad de las instituciones se encuentra bajo mínimos, es verdad también que un palacio de congresos no es la garantía de rentabilidad de hace unos años, por lo que las empresas antaño interesadas se retraen ahora una tras otra o presentan ofertas inasumibles para las instituciones. Pero tanto Cort como el Govern han de hacer un gran esfuerzo conjunto para terminar el Palau de Congressos o la actual situación de impasse se convertirá en una vergüenza para la ciudad. Las obras para concluir el Palau debían comenzar el pasado septiembre, según proclamó Cort. No fue posible. Luego se dijo que serian en noviembre... más tarde en enero... el tiempo pasa y la solución no llega. Es lógico que la empresa constructora (Acciona) exija todas las garantías antes de reiniciar los trabajos. Es imperioso que estas garantías se hagan efectivas y aquí es donde se ha de hacer más necesaria que nunca la colaboración entre el Ayuntamiento y el Consolat. Ambas instituciones han hecho grandes esfuerzos hasta el momento. Pero es evidente que no bastan. Además, tanta demora es contraproducente para los dirigentes del PP. Aún falta un año de trabajos. Sería pernicioso para los candidatos de este partido llegar a las elecciones de la primavera del año que viene con el Palau sin terminar. Y muy por encima de estos intereses de partido se encuentran la ciudadanía y la imagen de Mallorca. Es preciso terminar el Palau como emblema de la nueva Palma que mira más que nunca hacia su fachada marítima y hacia la desestacionalización del turismo. Contemplar aquel inmenso edificio con las obras paradas y a la espera de soluciones siete años después de que se iniciase el proyecto es un duro golpe para Palma como lo sería para cualquier sociedad desarrollada que tuviese que pasar por semejante trance. Esta mole inconclusa es ahora mismo una latigazo a la autoestima de Mallorca.
