Javier Dorado, el presidente nacional de Nuevas Generaciones estuvo estos días en Palma y tuve oportunidad de encontrarlo en un programa de radio. Al margen de que es un joven perfectamente intercambiable por cualquier otro dirigente de un movimiento juvenil de otros partidos, porque dice lo mismo, con igual soltura y ausencia de contenido, hizo un anuncio que puede tener su interés: dijo que su partido, cuando llegue al Gobierno, va a implantar el contrato laboral único indefinido. Explicó que hoy en España el número de contratos disponibles es tan amplio que la confusión es elevada, por lo que es mejor simplificar esta dispersión. Y añadió que el contrato tiene que ser indefinido, no temporal. Suena bien, aunque inverosímil: si un empresario no contrata porque teme después tener que hundirse con una plantilla insoportable, menos lo hará si los contratos son indefinidos. Por lo tanto, la pregunta obvia inmediata es si el despido será libre o si será simbólico. El político conservador dijo que no será libre, pero no añadió más. Naturalmente, pensar que con el despido de 45 días pueda convivir un contrato único indefinido es inviable aquí y en cualquier otro país. Así que de todo esto yo me atrevería a hablar de un despido muy light, para que no se pueda afirmar técnicamente que es despido libre, pero por fin se aplicará la flexibilización tan demandada por las empresas. A ver si con esto en un tiempo nuestras tasas de paro se equiparan a Europa.
