Videntes en Mallorca: lo que vi con mis propios ojos (y con los que no se ven)

Confieso que durante años pensé que todo esto de los videntes, médiums y poderes extrasensoriales era más cuento que realidad. Una mezcla de sugestión, necesidad y marketing bien envuelto. Pero entonces viví algo que me hizo cambiar la mirada. No puedo explicarlo con lógica, pero ocurrió. Y fue aquí, en Mallorca.

Fue hace un tiempo, en un momento de confusión personal. Una amiga me recomendó ir a ver a una mujer que no se anunciaba, no tenía redes sociales ni local visible, pero a la que acudía gente de toda la isla. “Ve sin expectativas”, me dijo. Y fui.

La consulta era sencilla, acogedora. Nada de bolas de cristal ni túnicas. Ella me miró, me dijo dos cosas que no había compartido con nadie, y luego se quedó en silencio, como si estuviera escuchando algo. Me habló de una persona muy cercana que había fallecido hacía poco y mencionó detalles tan precisos que se me encogió el corazón. Yo no lloré. Solo sentí una paz muy rara. Como si por un momento, el velo entre este mundo y el otro se hubiera hecho fino.

Desde entonces he conocido a más personas con ese “algo”. Algunas trabajan desde la intuición, otras desde la energía, y otras simplemente tienen una capacidad especial para leer lo que uno no dice. En Palma, en pueblos pequeños, en consultas que parecen normales… están ahí, en silencio, ofreciendo algo que no siempre se puede poner en palabras.

Y con el tiempo, también yo misma he aprendido a desarrollar ese sexto sentido. No ha sido de la noche a la mañana, sino un proceso de escucha, de conexión, de práctica interior. Hoy, cuando mis clientes vienen a hacerse una lectura del Árbol de la Vida cabalístico conmigo, muchos me dicen que sienten algo especial. Que noto cosas sin que ellos las digan. Que toco algo que ni ellos sabían que llevaban dentro. Y en esos momentos, comprendo que ese don que yo admiraba en otros… también ha despertado en mí.

No todos los que dicen tener poderes lo tienen, eso está claro. Pero hay personas —a veces discretas, silenciosas, humildes— que sí están en conexión con algo mayor. Acompañan, guían, calman.

Mallorca es tierra de misterio. Desde las leyendas de brujas en la Serra hasta las historias de curanderas en el Pla, siempre ha habido una relación especial con lo invisible. Quizá porque vivimos rodeados de mar, de piedras antiguas, de silencios que hablan.

No sé si creo en los poderes sobrenaturales. Pero sí creo en las personas que, con respeto y sensibilidad, logran tocar algo dentro de nosotros que ni siquiera sabíamos que estaba ahí.

Y a veces, con eso basta.

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