El todavía presidente del Eurogrupo (para los que no sepan qué diantres es eso, les contaré que según la Wikipedia se trata de la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros de la Unión Europea cuya moneda es el euro, junto con el presidente del BCE y el Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios) dice que los países del sur de Europa derrochamos la pasta en alcohol y mujeres, y así nos va, y que él, como socialdemócrata holandés de cultura calvinista, ve eso fatal y muy insolidario. Jeroen Dijsselbloem, que así se llama el interfecto, cuyo apellido tiene enrevesadas raíces etimológicas que, por lo que he podido averiguar, están relacionadas con muslos y flores –ahí lo dejo-, se ha negado a disculparse, tras las lógicas protestas de portugueses e italianos –los españoles, más que pedir disculpas, le devolvemos los insultos y nos quedamos tan anchos-, reafirmándose en su brillante tesis económica. Los problemas monetarios de Europa derivan de la afición de los descendientes del Imperio Romano al vino y a las mujeres. Y para concluir eso les ha hecho falta un Eurogrupo, qué linces.
Hombre, para qué vamos a mentir, nos gusta el vino, pues claro. Dónde vas a comparar un Ribera del Duero, un Rioja, un Vi de la Terra de Mallorca, un Montepulciano o un Oporto con el pipí de vaca con gas que venden los holandeses como si se tratase de auténtica cerveza. Lo mismo que a nadie se le ocurriría comparar un soso, higiénico y calvinista queso de bola con un cabrales, un pecorino o un queso de Maó. Estaría bueno que nos hubiéramos vuelto tan gilipollas.
Y lo de las mujeres, sí, ya sé que además de una majadería del tontaina éste es una excrecencia machista de su socialdemócrata mente. Pero resulta que también nos gustan, sobre todo a la mayoría de los hombres. Las amamos, qué le vamos a hacer. Por eso no tenemos reparos en gastarnos el dinero, el patrimonio, la hacienda y la vida misma con ellas, que no “en” ellas, como proclama este troglodita mentecato. Porque, si lo que está sugiriendo el cenutrio tulipán es que nos gastamos el dinero en putas, entonces quizás deba recomendarle un par de locales de clientela inequívocamente septentrional y protestante de nuestra isla donde, por cierto, las meretrices son todas caucásicas, rubias, con ojos cristalinamente azules y no precisamente católicas practicantes.
