Antoni Pastor, el alcalde de Manacor, en una entrevista muy medida, decía ayer en Ultima Hora que Manacor es el único núcleo de más de 20 mil habitantes que no tiene ningún político ni en el Consell ni en el Govern. Todos entendemos a qué se refiere Pastor, especialmente el destinatario de sus palabras, cuyo municipio sí tiene una cuota interesante en el Govern. Pero yo, más allá de esta batalla que Pastor roza pero que no plantea, quería reflexionar sobre qué sucedería si el Govern hubiera de tener una cuota de personas por cada ciudad, origen, condición sexual, estatura, idiosincrasia, etnicidad, preferencias gastronómicas, formación profesional o afición futbolística. De la misma manera que existe por ley la famosa cremallera por sexos en las listas al Parlament, deberíamos también exigir un dirigente residente en cada territorio de las islas, dos aficionados al Mallorca y por cada uno del Baleares, dos bajitos por cada tres de más de 1.75, un negro cada tanto, algún loco por la ópera, dos o tres amantes del botifarró y, como en el resto de la sociedad, tres cuartas partes de analfabetos por cada una que sepa hacer la 'o' con un canuto. Las listas las debería preparar una empresa de encuestas, con las que ya estamos familiarizados. Hasta ahora, por lo que se había visto, en lo único en lo que nuestros políticos nos representan estadísticamente a la perfección es en su inclinación por incumplir las leyes y corromperse. ¿O en esto estamos sobre representados? ¿O es que los demás no somos tan 'alegres' como ellos?





