Si los Reyes Magos con usted fueron poco generosos no se preocupe, vienen elecciones y con ellas los regalos de última hora.
Desde el primer minuto de la legislatura 2011-2015, precedida por una campaña de promesas por parte del Partido Popular de no aumentar la presión fiscal, era previsible que sufriéramos tres años continuos de aumento de los tributos, para después, en el último, ser agraciados con bajadas para poder presentarse a los nuevos comicios asegurando que han cumplido con lo prometido. Será responsabilidad de cada uno valorar si al final del camino se encuentra mejor o peor que en su inicio, y si ha valido la pena todos estos meses de estrecheces y oscuridad.
Lo que me pregunto es si realmente este tipo de políticas públicas tienen un rendimiento electoral. La primera respuesta que surge a bote pronto es que sí, puesto que si no lo fueran no se llevarían a cabo. Sin embargo, en esta ocasión nos hemos encontrado con un fenómeno que no se había dado en lo que llevamos de democracia, y es el surgimiento de un partido reaccionario que en sólo un año de existencia ya ha conseguido encabezar las encuestas de estimación de voto. A finales de año tendremos la respuesta a este interrogante.
A todo ello, nos gustaría escuchar las propuestas de Podemos en materia fiscal. Que nos prometan que van a pagar los que más tienen sirve de poco. Y ojo, que si ser rico no compensa -porque la mayor parte del dinero se esfuma vía impuestos- nadie tiene interés en generar riqueza. Por eso, desde mi humilde posición, preguntaría a Podemos que nos diga qué estado con el que se sienten identificados ideológicamente tiene unos índices de prosperidad superiores al de España.
Si nos dan el nombre la victoria es suya.





