...Y España ganó su segunda Eurocopa

Los días de vino y rosas para la selección española de fútbol podrían haber empezado, en realidad, muchos años antes, en la primera edición de la Eurocopa —originariamente llamada Copa de Europa de Naciones—, que se celebró en 1960 con la participación de 16 selecciones nacionales, bajo el auspicio de la UEFA.

Una de las grandes favoritas para hacerse con el título de ese nuevo torneo era España, que en aquel momento contaba con jugadores de renombre mundial, como Ramallets, Segarra, Gento, Luis Suárez, Di Stéfano o Kubala. Tras eliminar a Polonia en octavos de final, nuestra selección debía enfrentarse en cuartos a la de la Unión Soviética, otra de las favoritas. En principio, estaba previsto que el partido de ida se jugase en Moscú el 29 de mayo de 1960 y que el de vuelta se disputase en Madrid dos semanas después, el 9 de junio. Sin embargo, esos dos encuentros no llegarían a celebrarse nunca, esencialmente por razones ideológicas y políticas.

Hay que recordar que en 1960 el jefe del Estado y presidente del Gobierno era el general Francisco Franco, en el marco de un régimen que se autodenominaba democracia orgánica, pero que en el fondo y en la forma era una dictadura desde 1939. Una de las características más destacadas de ese régimen autoritario era su posicionamiento claramente anticomunista. En ese contexto, poco antes de la disputa de la citada eliminatoria dos ministros del Ejecutivo convencieron a Franco de la inoportunidad de que la "marxista" y "leninista" Unión Soviética pudiera jugar en aquella España "una, grande y libre", según relata el diario As en su 'Enciclopedia de la Eurocopa'.

El Gobierno comunicó entonces la posición definitiva de Franco sobre este asunto a la Federación Española de Fútbol, que se puso en contacto con la UEFA para ofrecerle tres posibles alternativas. La primera alternativa que planteó la RFEF era jugar los dos partidos en Moscú, la segunda era disputar el encuentro de vuelta en un campo neutral y la tercera era enfrentarse en un estadio consensuado en la ida y en la vuelta. Ninguna de esas opciones fue aceptada por la Federación Soviética de Fútbol, por lo que nuestra selección decidió retirarse de la competición.

Curiosamente, la URSS acabaría ganando aquella primera Eurocopa, cuya fase final se disputó en Francia. La Unión Soviética se impuso por dos goles a uno a Yugoslavia en la final, que se jugó el 10 de julio de 1960 en el Parque de los Príncipes de París.

EL PRIMER TÍTULO

La segunda edición de la Eurocopa se celebró en 1964 y contó con 29 selecciones en total. Al inicio de ese torneo, la UEFA decidió que las semifinales y la final se jugarían en España. Ello significaba, entre otras cosas, que en caso de que la selección soviética alcanzase de nuevo el último tramo de la competición, no podría haber esta vez ningún impedimento por parte del régimen de Franco o de sus autoridades a la presencia del "bolchevique" y "proletario" combinado ruso en suelo español.

El destino, tan juguetón a veces, quiso que, justamente, llegasen a la final España y la Unión Soviética, con victoria de nuestra selección por dos goles a uno. El encuentro se disputó el 21 de junio de 1964, en el estadio Santiago Bernabéu, ante casi 80.000 espectadores, incluidos el general Franco y su esposa, Carmen Polo. La camiseta de los soviéticos era de color rojo, mientras que la de los españoles era de color azul, un cromatismo que no pudo ser observado por los millones de telespectadores que siguieron la final, ya que la retransmisión por Eurovisión e Intervisión fue en blanco y negro.

El entrenador patrio era José Villalonga, quien hizo saltar al césped a un equipo en el que destacaban figuras como Iríbar, Zoco, Amancio, Pereda o Marcelino. Estos dos últimos fueron, además, los autores de los goles de España, mientras que el tanto de los rivales fue obra de Jusaínov. De ese modo, la selección española de fútbol consiguió su primer gran triunfo internacional. Para que pudiera llegar el segundo triunfo habría que esperar, sin embargo, cuarenta y cuatro largos años.

Entre 1964 y 2008, España consiguió alcanzar, no obstante, otra final, con Miguel Muñoz como entrenador. Fue en la Eurocopa de 1984, ante Francia, que era, además, el país anfitrión. Los galos se impusieron por dos goles a cero, en un partido que se jugó el 27 de junio en el Parque de los Príncipes y que, a posteriori, siempre sería recordado por el primer gol francés.

El autor de aquella diana fue el centrocampista Michel Platini. En el minuto 58, Platini lanzó una falta desde la frontal del área que, en primera instancia, parecía que iba a detener nuestro cancerbero, Luis Miguel Arconada, aunque finalmente el balón se le escurrió por debajo del cuerpo y acabó entrando dentro de la portería. Fue una jugada muy desgraciada, que marcó de manera injusta la carrera de uno de los mejores y más grandes porteros que ha tenido el fútbol español.

LUIS ARAGONÉS

Muñoz continuaría todavía como seleccionador nacional hasta 1988. Con posterioridad, España tuvo como entrenadores a Luis Suárez, Vicente Miera, Javier Clemente, José Antonio Camacho e Iñaki Sáez, que no conseguirían alcanzar ninguna otra final. El elegido para sustituir a Sáez sería Luis Aragonés, que fue presentado como seleccionador el 1 de julio de 2004. La mayor parte de su trayectoria deportiva como jugador y como entrenador había estado vinculada al Atlético de Madrid, si bien en la isla le conocíamos también muy bien, pues había sido entrenador del Real Mallorca en dos ocasiones, ambas en Primera División.

Aragonés dirigió por vez primera al conjunto bermellón en la temporada 2000-01, en que el equipo quedó en tercera posición en la clasificación general. Dicha campaña se recuerda también todavía hoy por el rifirrafe que hubo entre Aragonés y Samuel Eto'o en un partido de La Liga. Fue en el encuentro que el Mallorca disputó contra el Zaragoza en La Romareda el 3 de diciembre de 2000, después de que el camerunés se hubiera enfadado tras ser sustituido al inicio de la segunda parte. Curiosamente, con el tiempo no sólo acabarían siendo ambos buenos amigos, sino que además Eto'o habló siempre con gran admiración y respeto de quien había sido uno de sus mentores.

La segunda experiencia del 'Sabio de Hortaleza' en el banquillo de Son Moix sería en la temporada 2003-04, quedando los bermellones en decimoprimera posición. En principio, el técnico madrileño iba a continuar una temporada más en el Real Mallorca, la 2004-05, pero todo se trastocó cuando el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, le ofreció el puesto de seleccionador nacional, que aceptó.

Poco después de acceder a su nuevo cargo, Aragonés expresó su deseo de que el combinado español tuviera un "nombre" o una "identidad" que lo identificase y que lo diferenciase del resto de selecciones. En ese sentido, recordó, a modo de ejemplo, que Brasil era conocida como La Canarinha o que Argentina era conocida como La Albiceleste. "Me gustaría que España fuese La Roja", sentenció.

La primera vez que los medios utilizaron ese término fue en el Mundial de Fútbol de 2006, que se celebró en Alemania. En aquel torneo, La Roja cayó en octavos ante Francia, pese al gran juego desplegado. Precisamente, fue también entonces cuando los periodistas comenzaron a emplear la expresión tiki-taka para definir el vistoso y novedoso estilo de la España de Aragonés, que se basaba en la posesión del balón, los pases cortos y rápidos, y la búsqueda continua de espacios y desmarques. Los principales artífices de ese estilo eran jugadores extraordinarios a nivel técnico, como Xavi, Iniesta, Cazorla o Silva, llamados cariñosamente 'la España de los bajitos' por medir en torno a los 170 centímetros de altura.

CITA CON LA HISTORIA

España logró su ansiado pase para la Eurocopa de 2008 tras unos inicios algo dubitativos en la fase de clasificación, incluidas dos derrotas ante Irlanda del Norte y Suecia, que provocaron duros y gratuitos juicios contra Aragonés por parte de casi toda la prensa deportiva. Esos ataques se redoblaron cuando además se confirmó que no volvería a llamar a Raúl para la selección. Aún resuenan hoy titulares como 'Luis pierde el control' o '¡Luis, vete ya!'. Por fortuna, los ánimos de los medios se irían serenando poco a poco conforme se fue acercando el inicio del torneo, que se disputó en Austria y Suiza.

Del total de 23 jugadores convocados entonces por el seleccionador nacional, cabe destacar, además de los cuatro ya citados, a Casillas, Ramos, Marchena, Puyol, Capdevila, Cesc o Villa. En ese grupo se encontraban también dos futbolistas del Mallorca, Fernando Navarro y Dani Güiza, quien marcó dos goles en ese campeonato. "Si no estoy en la final con este equipo, soy una mierda", diría Aragonés a sus jugadores, en un tono sin duda demasiado autocrítico.

En la primera fase, La Roja se impuso con claridad a sus tres rivales, Rusia, Suecia y Grecia. Ya en cuartos, nuestra selección empató a cero con la italiana, logrando el pase a las semifinales en la tanda de penaltis. Allí, su rival volvió a ser de nuevo Rusia, a la que España derrotó por tres goles a cero. La final se disputó el 29 de junio en Viena, con España y Alemania como contrincantes. Poco antes del inicio de ese histórico encuentro, Aragonés había aleccionado a sus jugadores con su tradicional humor irónico y socarrón, diciéndoles que del subcampeón "no se acuerda" nunca nadie. "Hemos venido aquí a ganar la Copa de Europa. Y vamos a ir con un pensamiento positivo a por ella", apostilló.

Y así fue, pues España se impuso a Alemania por un gol a cero, cuyo autor fue Fernando Torres. Una década después, el propio jugador explicaría las claves de ese triunfo patrio en el documental Luis, el sabio del éxito. "Fue un proceso de dos años, o de más de dos años, quizás desde un poquito antes del Mundial de Alemania, en que él empezó a hablar de la Eurocopa y de que teníamos que ser campeones de Europa", rememoraba Torres en aquel programa, en el que también recalcó que con Aragonés mantuvo siempre una relación casi más paternofilial que deportiva.

De hecho, minutos antes del inicio de la final en Viena, el 'Sabio' y el 'Niño' mantuvieron una conversación en solitario llena de emotividad y de afecto. "Me cogió, me miró y sentí que era nuestro momento. Y es lo que me dijo: Niño, este es nuestro momento, vamos a ser campeones de Europa y usted va a marcar dos goles", explicaba también el propio Torres, para concluir: "Todos estamos de acuerdo en que los éxitos posteriores de la selección no habrían sido posibles si no hubiéramos sido campeones en 2008".

EL GOL DE TORRES

"Hey, escúchenme. Nos ha llegado el momento, después de dos años. Nos han metido hostias de todos los colores. ¡Vamos a demostrarlos ahí! ¡Vamos a demostrarlos ahí!", había sido la rotunda y sentida arenga de Aragonés a sus jugadores en los instantes previos a la final. Quienes éramos ya adultos entonces, aún recordamos perfectamente dicho discurso, así como también cómo fue luego ese partido y las emociones que sentimos aquel día, en especial todo lo que ocurrió a partir del minuto 32 de la primera parte, cuando Xavi pasó el balón a Torres y este consiguió superar al defensa Lahm y picar el balón por encima del meta Lehman.

En esos instantes de incertidumbre, no sabíamos si el balón se iría finalmente fuera por muy poco, o si daría en el poste y entraría, o si sería repelido por el palo y quedaría lejos del alcance de cualquier jugador de la selección española. Durante unas pocas décimas de segundo, no sabíamos muy bien qué ocurriría, pero al final el balón entró limpia y tranquilamente en la portería, y fue gol, un gran gol, un gol que nos acabaría dando el título de campeones de Europa, más de cuatro décadas después del único título continental que teníamos hasta entonces.

Mientras en las casas o en los bares de toda España gritábamos una y otra vez "¡goool!, ¡goool!, ¡goool!", como si aún no nos lo acabásemos de creer, en algunos casos pasaron también por nuestra mente, de forma fugaz, las imágenes de otros campeonatos europeos o mundiales en donde la suerte nos había sido adversa.

De algún modo, aquel 29 de junio de 2008 nos resarcimos de todas las ocasiones perdidas en 1978, 1986, 1994 o 2002, de todas las veces que volvimos a casa en cuartos de final, de todas las decepciones que no nos merecimos o de todos los sueños de gloria futbolística que se habían ido desvaneciendo una y otra vez desde nuestra ya lejana infancia.

Tras aquella Eurocopa, España sería por vez primera campeona del Mundo en 2010 y de nuevo campeona de Europa en 2012, de la mano de Vicente del Bosque en ambos casos. En cierta forma, esa continuidad positiva ya la había predicho Aragonés justo después de la final de 2008. "Hemos ganado la Copa de Europa, pero podéis ganar un Mundial", afirmó.

Aquel sendero de éxitos quedaría interrumpido durante algo más de una década, pero se volvió a reemprender hace poco con Luis de la Fuente como seleccionador, primero con el triunfo en la UEFA Nations League 2023 y el pasado mes de julio con la cuarta corona continental para España, que se impuso en la final de la Eurocopa 2024 a Inglaterra por dos goles a uno. En ese partido y en todo el campeonato se demostró que La Roja de hoy, la de jugadores como Simón, Laporte, Yamal, Olmo, Williams u Oyarzábal es muy innovadora en su estilo de juego, pero bien podría decirse también que en su espíritu es heredera directa de aquella otra de 2008, la primera que nos devolvió la ilusión, la seguridad y la esperanza.

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