La salud mental es un factor global y universal que afecta a todas las personas, con independencia de la nacionalidad, la edad y el género. La pandemia puso a prueba la capacidad de las empresas para respaldar el bienestar de sus trabajadores y trabajadoras y, tras más de dos años de incertidumbre, situaciones difíciles y sacrificio personal, líderes y empleados acusan el cansancio físico y psicológico que ha supuesto hacer frente a esta época.
A medida que miramos más allá, somos más conscientes de la importancia de disponer de ayudas para la salud mental en el ámbito laboral. Ya era una preocupación creciente antes de la COVID-19 y, de ahora en adelante, aplicar medidas para contribuir al bienestar en el trabajo es vital y un reto clave para el futuro de las empresas y los mandos superiores.
En una encuesta realizada por LHH Executive se le preguntó a líderes de equipos de trabajo sobre si les importa la salud mental de sus trabajadores. El resultado fue que más de la mitad (55,23 por ciento) de los encuestados reconocía que sí, que les preocupa ese aspecto.
En cambio, cuando estos líderes fueron preguntados por si llevaban a cabo alguna acción con tal de prevenir la salud mental de sus empleados, las respuestas fueron muy distintas: hasta un 67,64 por ciento reconocía que no.
La sobrecarga de trabajo es el principal aspecto que puede generar problemas de la salud mental, para un 68,41 por ciento de directivos/as encuestados. Le sigue el no poder conciliar entre la vida personal y laboral (60,66 por ciento), el entorno de trabajo conflictivo (56,20 por ciento) y la no desconexión (51,94 por ciento).
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