La contracrónica

Marga Prohens se pasa a la socialdemocracia

Mujer pensativa en el Parlamento durante un debate político.
Marga Prohens Foto: J. Fernández Ortega

El Debate de Política General, que empezó ayer en el Parlament, ha concluido este miércoles, con críticas cruzadas entre todos los partidos, pero también con propuestas de acuerdo, que, en caso de acabar concretándose algún día, podrían encuadrarse, sin ninguna duda, dentro de la categoría de los prodigios y los milagros que, normalmente, sólo suele validar el Vaticano.

Hace apenas tres meses, la presidenta del Govern había afirmado que en sólo dos años su Ejecutivo había cumplido ya el 93 por cien de su programa electoral, lo que significaba que sólo quedaba pendiente de ejecución un simbólico siete por cien hasta 2027.

Por ese motivo, yo pensaba que la primera intervención de Marga Prohens en el Debate de Política General sería relativamente breve, pero me equivoqué, pues ayer habló durante 88 minutos en total. Hay miniseries de Netflix, de Movistar o de Amazon que no duran tanto.

No es una crítica, por supuesto, pues fueron muchas las propuestas que presentó la mandataria balear, pero es cierto que no paré de escribir a lo largo de toda la mañana del martes, como vi que había hecho también mi querido compañero Josep Pons Fraga, quien ayer por la noche participó en el programa de IB3 Torn de Paraula rodeado de decenas de papeles escritos de su puño y letra en los que recogía fielmente las palabras de Prohens.

Todavía con la muñeca izquierda algo dolorida —soy zurdo, pero de centro, ustedes ya me entienden—, llegué este miércoles a las nueve al Parlament, en donde sufrí un pequeño contratiempo nada más sentarme en mi sitio: mi bolígrafo de color azul —no les quiero engañar— se había quedado sin tinta.

Por fortuna, mi admirada compañera Maria Llull, del diario Ara, me regaló uno de sus bolígrafos, de color rojo y de tinta roja, por supuesto. "Los independentistas somos gente amable", me dijo con una sonrisa, mientras me entregaba el lapicero.

Por lo demás, la expectación mediática en el hemiciclo parecía hoy algo menor que ayer, tanto en el espacio reservado a los periodistas como en el espacio reservado a los invitados, que este miércoles sólo registró una media entrada, mientras que ayer estuvo lleno hasta la bandera e incluso con overbooking, o con un espectacular —aunque momentáneo— crecimiento demográfico, que diría la presidenta.

Antes de seguir con esta crónica, me gustaría dar cumplimiento a una promesa que hice ayer a un buen amigo mío, quien me pidió si, por favor, podría intentar explicar aquí mismo qué es y en qué consiste exactamente el Debate de Política General. Yo diría que, esencialmente, es un debate en el que los tuyos te aplauden bastante más de lo habitual y en el que los que no lo son te machacan algo más que de costumbre, con independencia de lo que hagas, prometas o critiques.

Además, es también un debate en el que quien gobierna suele anunciar varias medidas estrella, que en esta ocasión han sido la de un nuevo techo de gasto y la de la ampliación del metro hasta Son Espases, dos medidas que también podría haber aprobado perfectamente un Ejecutivo de izquierdas. Y hasta ahí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.

Todo ello sin olvidarnos de que un Debate de Política General no es un Debate de Política General si no se anuncia también la creación inmediata de, como mínimo, un plan piloto, un plan de choque, una mesa sectorial o lo que sea menester.

Una última característica de este debate de periodicidad anual es que en él casi todos los intervinientes suelen hacer uso de algunas citas ilustres, mayormente filosóficas, que, a ser posible, no deben de acabar con la célebre apostilla "fin de la cita", que tan famosa hiciera en su momento mi querido y admirado Mariano Rajoy, a quien, por cierto, no citó nuestra locuaz presidenta.

Sin embargo, Prohens sí citó al expresidente Felipe González, y además elogiosamente, así como también a figuras señeras y ya desaparecidas de la izquierda balear como Fèlix Pons, Xisco Antich o Pere Sampol, un reconocimiento al que también quiere sumarse hoy con afecto y respeto este contracronista.

En realidad, por unos instantes creí estar asistiendo a un cambio de papeles ideológicos en la Cámara, pues mientras Prohens parecía la nueva líder socialdemócrata de Baleares, con permiso de Francina Armengol, el portavoz parlamentario del PSIB, Iago Negueruela, parecía defender implícitamente el "bilingüismo amable" de Alberto Núñez Feijóo, ya que habló en castellano y en catalán a lo largo de su primera intervención.

Además, en varias ocasiones Negueruela utilizó la expresión "y no lo digo yo", que tan popular hiciera años atrás Rajoy, y, lo más sorprendente, hizo suyas varias propuestas originarias del PP para facilitar un acuerdo entre populares y socialistas en determinadas materias, como por ejemplo en la posible subida de la ecotasa. Incluso me pareció verle sonreír cálidamente en diversas ocasiones, algo que me alegró mucho.

Por su parte, la portavoz de Vox, Manuela Cañadas, habló con mucho cariño de su antigua etapa como simpatizante socialista y, además, dijo estar dispuesta a seguir colaborando con el Partido Popular, aunque enseguida se rehizo, pues poco después llamó "criminal" a la Agenda 2030 y al Ejecutivo que preside Pedro Sánchez, acusó a los populares de copiar el programa de Vox en temas como la inmigración y afirmó que PSOE y PP representan un "bipartidismo corrupto".

Bastante más comedidos con Prohens estuvieron, en cambio, el portavoz de MÉS per Mallorca, Lluís Apesteguia, y el de de MÉS per Menorca, Josep Castells, dos personas ya de por sí especialmente respetuosas y educadas, lo que no fue obstáculo para que este miércoles fueran muy críticos con la gestión de la presidenta.

También se mostró bastante prudente el nuevo diputado de Unidas Podemos en el Parlament, José María García, pese a cuestionar con severidad algunas de las políticas de Prohens. Incluso el diputado de Sa Unió, Llorenç Córdoba, pareció olvidar por unas horas pasados desencuentros con el Partido Popular en Formentera.

En cierto modo, el único que se mantuvo totalmente fiel a su esperado papel fue el portavoz del PP, Sebastià Sagreras, quien elogió sin medida al Govern, algo que agradecí bastante, la verdad, pero no por razones ideológicas, sino porque ya empezaba a estar bastante confundido con todo lo que estaba viendo y oyendo en el hemiciclo. De hecho, Prohens incluso corrigió una de las afirmaciones hechas por Sagreras sobre las políticas de vivienda del Pacte, aunque fue una corrección muy cariñosa, eso sí.

Y entre una cosa y otra, así acabó poco después el Debate de Política General de este año, en el que yo escribí como nunca lo había hecho antes en un pleno, aunque creo que la presidenta escribió todavía algo más que yo. Dicho sea como elogio y sincero reconocimiento.

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