ESTUDIO | SOBRE INFIDELIDAD

Cornuda por ganar más que el marido

Si la mujer gana más que su pareja, tiene hasta cinco veces más de posibilidades de ser engañada. Así lo asegura el un estudio realizado por la socióloga estadounidense Christin Munsch sobre 2.500 personas que llevaban emparejadas al menos un año. Si es al contrario, las posibilidades de adulterio son proporcionalmente menores: cuanta más diferencia hay a su favor en los ingresos, menos probable resulta que el hombre sea engañado. Según publica elconfidencial.com, el trabajo establece una fuerte relación causal entre ingresos e infidelidad, concluyendo que los casos en que los porcentajes de adulterio son mucho más bajos son aquellos en los que el hombre gana un 25% más que su mujer. Si por el contrario, las diferencias en los ingresos son elevadas porque el hombre aporta mucho más, o si la esposa no trabaja, también aumentan las posibilidades de infidelidad, pero ya ligadas a las probabilidades de cometer adulterio sin ser descubierto y no a la identidad de género cuando Para José María Armengol, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha, este tipo de estudios, que suelen generar conclusiones bastante conservadoras (“en definitiva, te dicen que mejor tener un lugar secundario en el hogar y no destacar por encima de tu marido porque si no tendrás problemas”), sí pueden ser útiles para entender las transformaciones sociales que estamos viviendo. Según la tesis de Munsch, los hombres tratan de compensar mediante la sexualidad la amenaza para su hombría que supone el traer a casa un sueldo menor. Armengol –siempre según el reportaje- coincide con esa perspectiva, en la medida en que “muchos varones que ganan menos que sus parejas viven la situación como una afrenta directa a su masculinidad. El hombre tiene que probar que lo es a través de diferentes medios, y el más importante es el dinero, de modo que cuando éste falla, afirma su autoestima a través de la promiscuidad o la violencia”. Sin embargo, según el reportaje firmado por Esteban Fernández, esta clase de comportamiento revela hasta qué punto vivimos en una sociedad muy tradicional, “que sigue viendo el ser cornudo como una de las peores heridas que puede sufrir un hombre. España se ha modernizado mucho, el papel de la mujer ha cambiado para bien, pero el hombre no ha acompañado en esas transformaciones”. Para Armengol, es evidente que el hombre no se ha adaptado a la situación y eso hace que en el seno de las parejas se vivan nuevas tensiones. ELLOS NO ESTÁN ACOSTUMBRADOS A QUE ELLAS GANEN MÁSg Según Gemma Cernuda, presidenta de la empresa de comunicación Peix&co y autora de 366 frases que toda mujer debe saber (Ed. Martínez Roca), “el varón no está acostumbrado a que su pareja sea el breadwinner, a que gane más que él o a que tenga determinados bienes a su nombre. Por eso, los hombres que no den importancia a estas cosas serán los supermanes del siglo XXI”. Aunque, avisa Cernuda, lo normal en estas situaciones sean habladas, consultadas y dialogadas. “Si quieres dar un paso adelante en tu carrera, tu pareja tiene que estar de acuerdo en asumir el rol principal en la familia y en cuidar de ella. En estas situaciones, han de valorarse las posibilidades de desarrollo de cada uno y si la familia va a salir mejor parada con la carrera de ella que con la de él. Y siempre teniendo en cuenta que contar con una familia equilibrada y con los hijos bien cuidados es el mejor triunfo”. El problema suele aparecer cuando, tiempo después de haber tomado el varón el rol cuidador de la familia, la mujer no ha subido laboralmente tanto como ambos esperaban. Habitualmente, asegura Cernuda, “cuando la mujer sacrifica su carrera en favor de su pareja y las cosas no salen como se habían planeado se plantean muchas menos tensiones que cuando se da la situación inversa. En esos casos, el hombre suele recriminar y machacar más a la mujer”. Parece, pues, que las nuevas situaciones están planteando cambios de rol que no son del todo asumidos. Un buen ejemplo lo constituirían las separaciones de mujeres exitosas en el ámbito empresarial, algo que podría entenderse desde la dificultad masculina para estar al lado de personas que destacan más que ello, o también como el precio que suele exigir el triunfo profesional, que obliga en muchas ocasiones, sin hacer distinciones de género, a dejar la familia en segundo plano. Cernuda cree que la mujer ha evolucionado mucho y está pisando muy fuerte (“su mirada es cada vez más importante para la empresa”), en una sociedad que no estaba acostumbrada a ese rol. Eso ha llevado a una acuciante falta de sincronía, ya que “al hombre no le ha dado tiempo a asimilarlo, lo que está provocando problemas en la pareja”. Para Alfredo Rodríguez Sedano, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra, estas disfunciones no son tan acentuadas como parece, en tanto son mucho más parte de un extendido estereotipo que de la realidad. “Puede haber mujeres exitosas que estén divorciadas, pero desde luego no hay muchas. Cuando esto ocurre obviamente ha habido un fracaso previo y ese fracaso, que conlleva un vacío, hay que recubrirlo con otras aspiraciones que pueden ser legítimas pero que adquieren una dimensión que en una situación normal no tienen. La vida de cada quién otorga innumerables pistas para entender determinadas actitudes y conductas que son vistas en la sociedad actual como una liberación cuando en realidad son una mera huida hacia delante”. Tampoco cree Rodríguez Sedano que en las parejas se estén dando un mayor número de problemas a causa de la mejora del poder adquisitivo de la mujer o de las disparidades en los ingresos. “Es cierto que la mayor autonomía que tienen hoy día muchas mujeres es vista como una invitación a emprender una vida por sí misma, al margen de cualquier compromiso que le ate y le vincule impidiéndole progresar profesionalmente. Sin embargo, en ese modo de percibir la realidad no se tiene en cuenta que la vida matrimonial es un proyecto común y la mayor o menor autonomía económica por parte de la mujer no es causa de que ese proyecto no se lleve a cabo”.  Para Rodríguez Sedano, según el artículo de elconfidencial.com, es precisamente la carencia de proyecto la que lleva a intentar encontrar objetivos en otro lado, “para acabar consiguiendo sólo una perpetua insatisfacción en tanto siempre se está deseando llegar más lejos. Mientras que el proyecto es algo que está ahí y ha de cuidarse, los objetivos se culminan”. Aunque por razones distintas, coincide Armengol es que no reducible la relación de pareja a un asunto puramente material, como hacen este tipo de estudios, y que por lo tanto no se les debe dar apenas validez. “La variable económica es importante, pero influyen muchos otros factores, como el número de hijos, el tipo de trabajo que se realiza dentro y fuera de la casa, la edad, la clase social, el nivel de educación, la religión y muchos elementos más. Y eso sin contar con el afecto y el amor, que no pueden medirse”.

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