Realmente es difícil poner objeciones a la idea de que Balears cuente con una facultad de Medicina en el territorio. Ya no es sólo porque nos va a poner en el mapa en campos inimaginables hasta ahora, sino que además abre la puerta siempre cerrada en estas islas a futuros proyectos de investigación.
Pocos grandes proyectos han conseguido salir adelante con una oposición tan reducida como tiene esta facultad a la que ayer dio el visto bueno la conferencia General de Política Universitaria. ¿Oposición? Sólo en parte de Podem y del PP porque no está claro a qué tendremos que renunciar en los presupuestos a cambio de las batas blancas en la UIB. Pero, en realidad, el PP por ejemplo, no se opone. De hecho, fue el Govern de Bauzá el que abrió el debate.
Ahora la facultad será una realidad y pronto se ofertarán las 60 plazas para el primer curso de la primera promoción. Merece la pena, entonces, felicitar la intensa labor del Govern de Francina Armengol y a las horas dedicadas al proyecto por más de una conselleria bajo la tutela de Martí March desde Educació.
A partir de aquí, conviene que nadie se lleve a engaño. Los alumnos no tienen por qué ser de Balears. La nota marcará el acceso y nos podemos encontrar con pocos o ningún alumno balear en este primer curso 2016/17. Aún así, el proyecto debe ser observado como importantísimo porque sólo es el comienzo de algo que realmente podremos admirar con el paso de los años.
La bienvenida a la facultad, no obstante, debe ir acompañada de una explicación meridiana por parte del Govern sobre no sólo el coste sino de dónde va a salir el dinero para hacer frente a esta nueva oferta universitaria en Balears ya que las partidas necesarias no aparecen en los presupuestos para este año. Los aplausos pasarían a ovación si las cuentas también convencen.