Palma, 11 de la mañana. El edificio, ubicado en una calle estrecha perpendicular a la bulliciosa Sant Miquel, se encuentra en estado ruinoso por lo que el equipo de Desokupa accede con cuidado. "No sabemos lo que nos vamos a encontrar", indican a mallorcadiario.com
Al cabo de cinco minutos salen e informann al representante de la propiedad que hay una persona en el interior. El hombre estaba durmiendo en un colchón tirado en el suelo en uno de los habitáculos de la planta baja, rebosante de basura, bolsas, electrodomésticos y muebles antiguos, trastos... El olor es nauseabundo. "Es intolerable que haya gente durmiendo en estas condiciones", afirma Esteve. Primero por la insalubridad, segundo por la seguridad: es inhabitable.
El hombre que dormía en el interior accede voluntariamente a abandonar el edificio. La propiedad del mismo asegura que un individuo está alquilando zonas del interior a indigentes. Éste lo niega pero se muestra colaborativo y no pone ninguna traba. Recoge sus pocas pertenencias, acepta 50 euros que le entrega la empresa y abandona el lugar.
Una hora más tarde se presentan dos hombres y uno de ellos entra al edificio escoltado por uno de los miembros de Desokupa a recoger las que asegura, son sus pertenencias: una mesa, una silla y una ventana. También se van.
Los obreros contratados por la empresa constructora se emplean a fondo en tapiar todos los accesos, puertas y ventanas. "Hay que hacerlo rápido y dejar vigilancia", informan. ¿El futuro uso del edificio?, se les pregunta. "No lo sabemos, a nosotros nos contratan para la desocupación, lo demás es cosa suya".
Mientras tanto, una vecina del edificio contiguo sale al balcón sobresaltada ante el ruido de los operarios. "¿Están entrando más personas?", pregunta. "No, estamos impidiendo que entren de nuevo", contestan. Ella sonríe y se vuelve a meter. Poco después, una limpiadora de Emaya se para para felicitar al equipo. "Yo soy vecina de s'Indioteria y he vivido en primera persona las okupaciones violentas", lamenta. "Se metieron en nuestro edificio y nos hicieron la vida imposible, lo querían para su negocio de la droga y nos amenazaban día y noche. Fue un calvario durante medio año", recuerda.