Así no funciona, ni funcionará

Esta semana tuve la ocasión de visitar a nuestra doctora de cabecera. Ni la conocía. La última vez que fui fue para la baja maternal, y de eso ya hace algunos años. Los autónomos no nos podemos permitir estar de baja, y menos en los tiempos que corren.

Es una mujer de esas con mucho carácter. Me sentí algo reflejada. Además, es de las que suelta palabras con ametralladora. Cada vez se parecía mas a mi. Una mujer directa que, con la cantidad de pacientes que aún le quedaban por visitar, fue capaz de atendernos a la vez que explicarnos aquello que habíamos hecho mal, con la mejor de sus sonrisas, darnos una solución y resumirnos las miserias del sistema de sanidad pública, a la vista desastroso.

Fuimos testigos de cómo ni los propios administrativos de la planta baja le respondían al teléfono: “Ven mi extensión y ni responden; supone trabajo”. Cuando nos explica que el parte de baja es mensual, pero hace hincapié en que eso no significa que se deba agotar el mes (“si te encuentras mejor antes de que llegue esa fecha te daré el alta”), es contundente al decirlo. Los hay que piden apurar hasta el ultimo día. Mucha jeta hay hoy en día, se le escapa, pero cuánta razón tiene, pienso yo para mí misma.

Por una parte, está el desconocimiento generalizado de los protocolos de nuestro sistema publico, y no sólo de salud, por parte de la mayoría de los ciudadanos, entre los que me incluyo; por otra, un trabajo deficiente por parte de algunos, y me gustaría hacer énfasis en el 'algunos', que un día aprobaron una plaza con la única intención de tener un sueldo fijo de por vida sin ninguna intención de implicarse, ni aprender, ni reciclarse, y mucho menos trabajar, aprovechándose del sistema. Todo esto hace que la mesa de los profesionales que sí aman su trabajo se vea cada vez más y más llena. En las empresas privadas este tipo de comportamientos no se permiten y estos personajes estarían en la calle hace tiempo.

Salí de la consulta pensativa, al mismo tiempo que apenada por ver cómo profesionales amantes de su profesión aborrecen el trabajo por un sistema mal gestionado que cae en barrena deteriorando todo a su paso. Sentí tristeza porque me quise imaginar en su lugar y sentir el sufrimiento, o más bien desesperación, de tener que levantarse cada día para ir al trabajo de tu vida, por el que te preparaste a conciencia, con el sentimiento contradictorio de tristeza haciendo lo que amas.

Tenemos un servicio público de salud como pocos en el mundo y que en estos últimos dos años ha demostrado que puede estar a la altura de cualquier revés. Quizás, una revisión profunda para garantizar su continuidad y su buen funcionamiento, teniendo más en cuenta a las personas, sería aconsejable.

En muchas ocasiones me han preguntado con qué te quedas de tu paso por la administración pública, y, entre otras muchas cosas, tengo una muy clara, y es que el sistema público no funciona. Tal vez lo hizo en algún momento, pero la realidad es que, en la actualidad, necesita un cambio radical y no de imagen. Pero juzguen ustedes mismos, que esto es tan solo mi humilde opinión.

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