Barbie Gaza

«Hemos sido 'torturados vip', pero torturados». Eso dice la conocida como «Barbie Gaza», la activista influencer. La tripulante más conocida (con permiso de Greta Thunberg) de la Global Sumud Flotilla. Veo en Wikipedia que lo de «Sumud» quiere decir «resistencia de los palestinos a la ocupación israelí después de la Guerra de los Seis Días». No es que antes Palestina existiera sin ocupar: la Franja de Gaza estuvo controlada por Egipto entre 1948 y 1967, e Israel la desalojó en 2005. Pero, al parecer, lo que chincha a los del Sumud no es el nombre «ocupación» sino el apellido (digámoslo sin ambages) «judía».

La flotilla pretendía levantar el bloqueo, pero sin prisas: tardó exactamente un mes en navegar desde Barcelona hasta las cercanías de Gaza, con alguna parada técnica en las idílicas aguas de Menorca y Grecia. También quería llevar alimentos a los gazatíes: decían llevar doscientas cincuenta toneladas (incluso llegaron a decir quinientas), pero los israelíes que abordaron las embarcaciones sólo encontraron dos; tal vez el resto fue consumido durante el trayecto. Teniendo en cuenta que cada día entran en Gaza, supervisadas y autorizadas por Israel, un total de 5.000 toneladas de alimentos, resulta que la ayuda de la Sumud representa el 0,0013% de lo que fue repartido mientras ellos navegaban tranquilamente; un camión entre 100.000. En realidad la estrafalaria armada parecía denunciar un «genocidio» con el mismo espíritu que cabría esperar en una despedida de solteros en el Barco Samba. Todos pudimos verlos cantando, bailando y usando las defensas de las embarcaciones como timbales. Y Barbie Gaza nos confirma nuestra impresión: «Jajaja... Eso ha sido un 'Gran Hermano' cada barco, ahí ha habido de todo, o sea, imagínate, jajaja...». Esta evidente frivolidad ha sido bastante repulsiva de contemplar.

En realidad la propia Barbie Gaza tiene algo francamente repulsivo. En Mars Attacks! los malvados marcianos que quieren invadir la tierra diseñan un simulacro de hembra humana para seducir a los terrícolas. Como no saben muy bien lo que es, la dotan de unos pechos puntiagudos y de los movimientos que ellos creen ser más sensuales y seductores, y eso hace que se mueva de una forma artificial y desconcertante. Pues bien, de manera similar, Barbie Gaza parece un simulacro creado por un fundamentalista islámico. Parece representar lo que ellos consideran que es una mujer occidental: frívola, intelectualmente limitada, y recauchutada.

De momento ella no considera terroristas a los terroristas, y negó que las violaciones por parte de palestinos a mujeres israelíes el 7-O y los días venideros hubieran tenido lugar. Es curioso porque los propios perpetradores se encargaron de documentarlas. Algunos las grabaron con los móviles de las víctimas y las subieron a redes. Los equipos de rescate contarían posteriormente el hallazgo de cadáveres con la pelvis fracturada por las reiteradas violaciones, completadas con un tiro en la cabeza o un tajo en el cuello. Y todos pudimos ver, horrorizados, cómo los salvajes paseaban el cuerpo descoyuntado de una chica ante el alborozo general, o a otra con los tendones cortados y una mancha de sangre en la parte trasera de sus pantalones. No es de extrañar entonces que la «tortura vip» que practicaron los israelíes sobre Barbie Gaza fuera hacerle ver imágenes del 7-O. Hay que decir que Barbie Gaza no está sola en su ceguera. También los ministros Sira Rego y Ernest Urtasun se negaron a condenar las atrocidades del 7-O. Tal vez sea que lo incluyen todo en el Sumud.

Mientras escribo estas líneas los israelíes están interceptando una segunda flotilla, y nada de esto se entiende ya muy bien (o más bien se entiende perfectamente). Resulta que ahora hay en marcha un plan de paz que puede detener la guerra y el sufrimiento. Están a favor de él Egipto, el resto de países árabes, Rusia, China, la autoridad palestina, e incluso lo está valorando Hamas. Los únicos que se han opuesto decididamente han sido Sumar, Podemos y las flotillas, y Daniel Gascón  lo sintetiza brillantemente en una viñeta en la que un activista grita simultáneamente «¡es un genocidio!», «¡sería terrible que parase!».

En fin, parece que los gazatíes están permanentemente condenados a ser triplemente utilizados. Primero como escudos humanos por Hamas, que acostumbra a camuflarse entre ellos. Segundo, también por Hamas, como propaganda; en este sentido los únicos a los que vienen bien las muertes de gazatíes son los terroristas. Y tercero por muchos occidentales, tontos útiles y narcisistas para Hamas, que aprovecha su afición a practicar postureo moral y a subirse a todo podio que se les proporcione, desde el que puedan exhibir su virtud y castigar a los pecadores. Y practicar un poco de antisemitismo, claro.

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