La economía tiene mucho de psicología y emociones. Los estados de ánimo y expectativas empresariales son básicos para prever los comportamientos.
En el trading, existen dos estados de ánimo opuestos que van desde el FOMO (Fear of Missing Out) hasta el FUD (Fear, Uncertanty and Doubt). El primer acrónimo hace alusión a que, cuando todo va bien, existe un miedo a perdérselo y todo el mundo se apunta al carro o se sube al tren. Pasó con la compra de viviendas en los años previos a 2007 o en la compra de acciones de las puntocom antes de 2001. El segundo, hace alusión al miedo generalizado cuando algo pierde valor y hay que bajarse del barco, aun en pérdidas, porque se va a pique. Pasa cuando se pinchan las burbujas.
En la actualidad los ánimos están bajos e irán a más. La cosa es seria. La culpa es de un ser microscópico que ha hecho del planeta su hogar y, tras dar el salto del murciélago al pangolín, ha colonizado a los humanos. Los vectores somos las personas y los principales canales de expansión, los aeropuertos, estaciones y otras vías de desplazamiento.
Nunca pensé que el detonante de una crisis iba a ser un ser microscópico. El colapso económico puede ser importante. No es un tema menor.
Preocupa porque, entre otras cosas, el virus afecta al estado de ánimo y mina las expectativas. También afecta al comportamiento humano del día a día. Trump ya no se toca la cara. Otros dejan de darse la mano y se chocan los pies. Otros han dejado de acercarse a menos de metro y medio del vecino.
Este miedo hace que los actos que congreguen más de 10 personas se vayan sustituyendo por encuentros virtuales. Los congresos y otros eventos multitudinarios se anulan, uno tras otro. Y, de rebote, los establecimientos hoteleros, taxistas y restaurantes que acogían a los asistentes.
Los encuentros deportivos se empiezan a jugar sin público con las pérdidas que ello supone y las Olimpiadas están a punto de ser suspendidas. Las aerolíneas podrían tener serios problemas y alguna, tocada ya de antemano, está a punto de recibir el toque de gracia. Nadie quiere viajar con el riesgo de que le dejen en cuarentena inmovilizado otros tantos días dentro de la nave.
China, que es la fábrica del mundo, está produciendo a ritmos bajos y el desabastecimiento a nivel mundial empieza a notarse.
Reitero que el colapso económico puede ser muy importante. Por dar un toque de color quiero encontrarle un lado positivo. Como todo en la vida, existen dos caras de la misma moneda.
En toda crisis hay beneficios y oportunidades. Las empresas de eventos telemáticos, en tanto que son sustitutivos de los encuentros multitudinarios, tendrán un gran auge. Los skypes y plataformas similares sustituirán a los viajes y los webinar a los cursos de formación presenciales. Puede que hasta la educación reglada. El teletrabajo estará mejor visto que nunca y se fomentará.
La contaminación en China, relacionada con la producción económica, ha disminuido de manera importante. Se estima que China ha reducido un 25% de sus emisiones de CO2. Eso equivale a un 6% a nivel mundial. La madre naturaleza, que es sabia, ¿habrá enviado el virus para poder respirar mejor?
Todo lo que pasa por varias manos puede quedar obsoleto, dando paso a lo digital. Los mayores no jugarán tanto a cartas o dominó en el formato actual, puede que lo hagan con una tablet cada uno. El dinero en efectivo puede desaparecer. Ni siquiera el dato conocido de que más del 90% de los billetes que circulan por España tiene trazas de cocaína lo consiguió. El miedo del virus adherido a ellos puede dar la estocada a este decimonónico sistema de pago. Esto provocará la aceleración de medidas como las ya iniciadas por Suecia y Dinamarca para pasarse al dinero electrónico. En estos países, hasta la gente mayor paga con tarjeta o móvil.
Los países van a ir aceptando más rápidamente el uso de criptomonedas y, perdonen que insista, pero dar entrada a la blockchain como el nuevo Internet va a beneficiar nuestras vidas haciéndolas más justas y transparentes. Sí, el auténtico bitcoin (BSV) y la “tecnología” que subyace en él buscan la honestidad de las transacciones. No hagan caso cuando escuchen que sirve para el comercio ilegal.
El virus va a acelerar la aparición de la crisis económica a la vez que va a tener efectos positivos porque, para cuando aparezca la vacuna, algunos hábitos habrán cambiado para siempre. Es importante estar en el lado floreciente, no en el que agoniza.





