¿Es usted uno de los pocos que se había creído que Claassen, Terrasa, Roig y Blum venían a dar estabilidad a un Real Mallorca sumido en el caos?. ¿Le habían hecho creer que eran los salvadores de la patria?. ¿Se ha llegado a creer que quieren a este escudo?
Si está usted en alguno de estos supuestos, ya habrá descubierto que le habían dado gato por liebre. Y además, gato salvaje y desconfiado, que son de los peores.
Michael Blum ha decidido (empujado por Claassen y Terrasa, no lo olvide) meter de nuevo al Mallorca en la montaña rusa anunciando su dimisión como apoderado de la entidad. Su renuncia supone que el club se queda con una sola firma (la del otro apoderado, Tolo Mortorell). Con una sola firma, se para todo. Martorell no puede comprar ni un botellín de agua. Es más, Blum -que sigue como director general- tampoco puede comprar ese mismo botellín de agua.
Por suerte, hay convocado Consejo de Administración para la próxima semana -otra vez al circo romano- en el que debería resolverse esta situación de bloqueo.
No he utilizado el término "bloqueo" de forma gratuita. Ese es el objetivo de la jugada de Blum (y Claassen y Terrasa): Bloquear más la institución. ¿Para qué?. Pues es muy sencillo: Claassen ha hecho una oferta de compra a Lorenzo Serra Ferrer y el pobler le ha dicho que no vende sus acciones. Lo de Blum, el Breve, es una maniobra de presión para doblegar a Serra Ferrer.
Este es el estilo del personaje Blum, que en 9 semanas que lleva en Son Moix ha despedido personal, sólo ha hablado con sus periodistas amigos (los mismos que son amigos de Terrasa y Claassen), y se ha reunido clandestinamente con las peñas. Son sus méritos a 12.000 euros al mes. Por cierto, de director general no ha dimitido. Tiene 12.000buenos motivos para no hacerlo.
Lo adecuado sería que le destituyeran la próxima semana, o que dimitiera. Pero que no dimita como Pep Roig, que aún no se ha ido a pesar de anunciar su nada sentido adiós hace ya varios meses.
