¡Cambio en la ley electoral!

Los cambios en la ley electoral en nuestro País son como el Guadiana.

Ahora les toca proponerlos a Podemos y a Cs, cuando no hace tanto los propuso el PSOE y ambos se callaron, y el PP ni está ni se le espera.

El voto es el acto por el cual un individuo expresa apoyo o preferencia por cierta moción, propuesta, candidato, o selección de candidatos durante una votación. Es, por tanto, un método de toma de decisiones en el que un grupo determinado mide su opinión conjunta.

En política, se usa el voto para que los electores elijan a los miembros del parlamento u otros cargos públicos y representantes. Cada país establece sus propias normas y mecanismos sobre la forma en que se efectuarán las distintas elecciones.

Un hombre, un voto, es el eslogan utilizado en la mayor parte de los países del mundo para referirse al axioma del sufragio universal, que implica que todo hombre tiene derecho a votar. En Estados Unidos se usó también para interpretar, en un importante dictamen legal de 1964, la aplicación de la cláusula de la Constitución que determina que no sólo se trata de que todos los hombres tengan derecho a votar, sino que todos los votos valgan lo mismo. Sin embargo, no hay ningún sistema político en todo el mundo en el que ocurra tal cosa.

El demócrata Al Gore ganó las elecciones presidenciales del año 2000 de EEUU, superando a Bush en voto popular, después del polémico recuento de Florida, pero Bush se convirtió en presidente, porque el voto de los estados más conservadores y menos poblados pesa más en la elección presidencial que el de los más progresistas y populosos. Y no era la primera vez que pasaba.

En España pasa algo parecido, existen circunscripciones electorales sobredimensionadas, y no vale lo mismo un español residente en Soria, por ejemplo que uno residente en Madrid en unas elecciones generales; si se tuviesen en cuenta todos los votos de todos los ciudadanos de todas las Comunidades por igual para cada partido político, habría partidos como Amaiur, PdeCAT antigua Convergencia, ERC, PNV, etc. que obtendrían 1 ó 2 escaños a lo sumo y eso hay partidos políticos de ámbito estatal que no se lo pueden permitir. Porque cada vez que un partido político gobierna en minoría se “hipoteca” con los partidos políticos de las Comunidades Autónomas, principalmente catalanes y vascos, que son los que buscan su autodeterminación y que cada vez exigen más y dan menos… de tal manera que han obtenido todos los beneficios que ahora mismo tienen y que quieren seguir ampliando, y lo que hipotecan no es el futuro del partido que gobierna, lo que hipotecan es el futuro de todos los españoles.

Dos ejemplos significativos: En las elecciones generales del año 1979 con 350.000 votos el PNV llegó a tener 7 escaños cuando Unión Nacional sólo consiguió, con 30.000 votos más que los vascos, o sea 380.000, colocar a uno: al fascista Blas Piñar. En las elecciones del año 2016, prácticamente con los mismos votos, unos 285.000, el PNV logró cinco diputados y obtuvo grupo parlamentario propio, mientras que el Partido Animalista se quedó fuera del Congreso.

La aplicación de la ley D’Hont, pero sobre todo la delimitación de las circunscripciones y la asignación de escaños a las mismas, provoca que el número de votos necesario para lograr un escaño sea diferente en cada provincia y, además, que los partidos con una mayor implantación salgan favorecidos.

En general, en las provincias con mayor población resulta más difícil conseguir un escaño, mientras que en las menos pobladas hace falta un número de votos mucho menor. El PP y el PSOE han logrado escaños en Soria, Ceuta, Melilla, Ávila, Segovia y Teruel, por ejemplo, con menos de 20.000 votos, mientras que Ciudadanos ha necesitado 100.000 por cada escaño que ha conseguido en Madrid.

Así pues, en general, la concentración del voto en pocas circunscripciones y el mayor peso del voto en provincias más o menos pobladas provocan que el número de votos que ha necesitado cada partido para conseguir un diputado haya sido muy diferente.

Si a este galimatías electoral le sumamos que los partidos que no alcanzan la cifra del 5% ni siquiera entran en el reparto de escaños, el axioma de "un hombre, un voto" sigue siendo una mentira que todos los partidos, todos intentan manipular como forma de acercar el ascua a su sardina electoral partidista, sin importarles lo más mínimo los lectores a los que se supone que sirven, cuando la verdad es que de ellos se sirven para sus únicos intereses partidistas.

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