El esperpento que está creando el Govern a costa de un idioma tan noble como el catalán no tiene parangón. Vaya forma de imponer una lengua, totalmente normalizada, en consultas y en quirófanos. De hecho, el canon revolucionario de la Junta Evaluadora del catalán ya estaría vigente de no ser por el previsible e inasumible coste electoral de la medida. En plena riada, han perdido los muebles y ya dudan en recuperar la ropa interior.
La realidad es tozuda. El interés desmedido para ocupar el poder los lleva a compartir imposturas radicales a costa de convertir el sector en un lodazal.
Hoy, conviven unos requisitos para las auxiliares de enfermería, otros para las jefaturas asistenciales, unos terceros para el ámbito de gestión y un aderezado reglamento que no contenta a nadie.
El seguidismo de la hoja de ruta de los que se comportan como los mamporreros de los partidos independentistas catalanes ha llevado a la radicalidad a una consejería esforzada en la ponderación y en la prudencia, hasta desfigurarla.
Protéjase del fuego amigo consejera. Si, concretamente de los tratan con desdén a los Cuerpos de Seguridad del Estado, de los que empobrecen a sus ciudadanos, de los que hurtan ingentes partidas económicas sociales para desviarlas a la financiación de consultas ilegales. De los enriquecen a los omnipresentes presidentes de pomposas asambleas nacionales con sueldos de origen público, del rango de las 5 cifras mensuales. De aquellos que repudian al gran Serrat y hacen la ola a la fanática “Hola Raola”.
La puesta en escena es digna de Mr. Bean y el ataque de pánico provocado, épico. Tan grande que los partidos que dan apoyo al govern han socializado las pérdidas de apoyos y han unido su destino en la reedición exprés del pacto de la conga destinado al fracaso.
Ya parecía raro que un govern, en el intento de proteger el parque marítimo-terrestre de es Trenc, preservara territorios ubicados en Kenia. Inaudito que en su intento de privatizar la redacción del PGOU de Palma se basara en una ley de ordenación y uso del suelo derogada por el mismo. Insólito e inaplicable el articulado de la ley Frankenstein de alquiler turístico. Han hecho de la extravagancia un signo de identidad.
Ya solo falta que pongan requisitos sanitarios de obligado cumplimiento y certificados para acceder a los cuerpos docentes.
Pasen amigos, tomen asiento y diviértanse. El carnaval está aquí.





