El joven sufre parálisis cerebral desde el parto, pero eso no ha impedido a su padre disfrutar de la increíble experiencia de correr una maratón junto con su hijo.
La proeza le ha llevado a recorrer hasta seis maratones, carreras de 42 kilómetros en ciudades como Nueva York, Madrid y Sevilla entre otras. Y lo ha hecho empujando la silla de ruedas de Pablo. Una proeza para la que esta campaña reclama un reconocimiento aún mayor: el premio Princesa de Asturias de los Deportes. Este galardón se debe conceder a la persona, institución o grupo de personas (...) cuyas acciones de solidaridad y compromiso constituyen un ejemplo de las posibilidades que la práctica deportiva conlleva en beneficio del ser humano.






