Hasta le llegada de Sergi Barjuan, Raillo lo había jugado todo salvo por terjetas o lesión. Su desaparición, primero de las alineaciones y en las dos últimas jornadas incluso de la convocatoria, ha sido uno de los cambios más llamativos, sino el que más, de los efectuados por el nuevo técnico que ha rescatado a Pleguezuelo de sus vacaciones pagadas y ha preferido a Ansotegui como recurso antes que al central del Espanyol, cedido la pasada temporada en Ponferrada.
El cordobés no me parece ni mejor ni peor central de los que juegan en segunda división. Saca partido de su estatura en los balones aéreos y con los pies no destaca para lo bueno ni tampoco para la malo. Sin embargo ha corrido el rumor de que no se encuentra cómodo en su actual situación y se resiste a aceptarla de buen grado al punto de que se ha dicho que el club le había sancionado, extremo negado desde Son Moix donde, ya se sabe, la transparencia brilla por su ausencia.
Pero cuando el río suena agua lleva y a pesar de que no es el mejor momento para poner palos en las ruedas del vestuario, hay quien asegura que algún personaje más que influyente en los futbolistas y muy cercano a Maheta Molango, anima al defenestrado a desafiar las decisiones del entrenador, advirtiéndole de que en la plantilla no hay mejor defensa central que él y que algún día dará que hablar como si del mismísimo Sergio Ramos se tratara.
No sabemos si, a raiz de todo lo que de alguna manera ha trascendido, hoy volverá a la lista de los que viajan a Valladolid. Tampoco hay nadie imprescindible, entendámonos, y menos en este grupo, pero enrarecer el ambiente aunque sea a título individual ha sido una mala idea, parta de donde haya partido. Los egos terminan afectando al colectivo y si el Mallorca aspira a un milagro no puede soslayar la oración.





