CHUPONES
Es evidente que Robert Sarver, el dueño del Real Mallorca SAD, no ha viajado desde Arizona para pasar un día en Mallorca dedicado a presentar el nuevo comedor y sala de estar de la Ciudad Deportiva Antonio Asensio. Tanto como que, salvo la dimisión, seguramente pactada y no por ello menos forzada, de Utz Claassen, las cosas no cambiarán excesivamente. Craso error, pero allá ellos.
No se entiende que el propietario se viera fervientemente acompañado de Miguel Angel Nadal y Monti Galmés. El primero, recién cesado de sus funciones como director deportivo y el segundo, paladín del alemán al que, por lo visto, no acompaña en su despedida. Raro, raro.
Por cierto y como post data a mi anterior columna, el efímero ex-presidente del Hannover, donde permaneció en su cargo aun menos que aquí, pasa por alto numerosos detalles de su gestión. La derrota en los Tribunales de la media docena de causas presentadas contra Jauma Cladera y Serra Ferrer, su impresionante propuesta de girar el campo de Son Moix en 180 grados o el detalle de sus operaciones de compra venta con los Nadal, Pedro Terrasa y Gabriel Cerdá.
Habría que retroceder unos meses para recordar pasadas conversaciones a sus acólitos de referencia. El presidente del centenario Toni Tugores quien, junto con sus compañeros Socías, Reynés y Bosch se plegó a las trabas e imposiciones del presidente, que lo es hasta el 30 de junio, en actos conmemorativos de los que quiso ser protagonista. Por no hablar de Rosa Planas y sus colegas de les Penyes, que se manifestaron por las calles de Palma para exigir su dimisión y acabaron aceptando sus limosnas.
La letanía es larga, tanto como la lista de cómplices necesarios. Pero lo peor es que no soplan vientos de cambio o eso parece.