En el año 1601, William Shakespeare firmó el trágico relato, Hamlet, Príncipe de Dinamarca, obra cumbre de la literatura universal. En una escena, situada ante el palacio real de Elsingor, aparece el espectro de su padre, el rey de Dinamarca, que comunica a su hijo, Hamlet, que ha sido asesinado por su propio hermano a fin de usurpar el trono y casarse con la viuda. El príncipe Hamlet, en medio de una indescriptible tristeza, escucha a su fiel centinela musitar una frase, que trascendería el momento: “algo huele mal en Dinamarca”. Expresión que, desde entonces, se va a utilizar, en la jerga política, para referirse a los males de un país, causados por la corrupción y el mal gobierno.
El hedor ya es insoportable. Síntoma claro de descomposición de la nación. A España la ha matado, con indudable saña, la izquierda política y sus apoyos mediáticos y electorales. También la derecha desnortada y debilona. Ahora, después de los mensajes que ha publicado El Mundo, ya se ha hecho la luz de modo definitivo: “… hasta ahora nunca habíamos visto a un presidente del Gobierno retratado a través de sus propias palabras; las que en este caso revelan su concepción auténtica y autoritaria del poder…” (J. Manso).
Quien se alzó al poder con la promesa de regenerar el sistema democrático se ha permitido, sin embargo, corromper todo cuanto ha tocado, que ha sido casi todo. ¿Tan ciegos estáis, señores de la izquierda, que no veis lo que ha ocurrido con vuestra complicidad? ¿No veis que el socialismo de Sánchez, como ha dicho Miquel Munar, “es simplemente la nueva burguesía”? Y, encima, tenéis la caradura de proclamaros ‘progresistas’. El modo de vida, por el contrario, que nos han traído Sánchez y los hipocritones que le rodean, supone además una humillación vergonzante a la inteligencia de cualquier ciudadano honrado. A quienes habéis venido apoyando el ‘sanchismo’, os digo con respeto: no tengáis miedo, atreveos a pensar en libertad, no es lo mismo socialismo que ‘sanchismo’, obrad al margen de la propaganda manipuladora.
Se mire como se mire, la situación en España, salvo que no se quiera ver, “diría que es incomprensible y kafkiana, porque hay un Gobierno que no gobierna pero el presidente del Gobierno se empeña en seguir hasta 2027 con una fuerte oposición en contra y acorralado, con sus familiares procesados” (Raúl del Pozo). Y, es que Sánchez, por ejemplo, ha exhibido, presuntamente, “un sentido maleable y amoral” de entender “el interés general si se opone al suyo” (J. Manso), que es, por supuesto, el interés prioritario que tutela y protege. Eso sí, al margen de la letra y el espíritu de la Constitución. ¡Vaya demócrata!
Una gran mayoría del país está harto de soportar lo que ve: la nación se descompone ante la actitud prepotente, sectaria, chulesca de quienes dicen servir al pueblo. ¡Madre mía! Tenemos un Gobierno, que cada día se acerca más a la catástrofe. “En este momento no hay en Europa un ejecutivo que acumule tantos escándalos con corrupción de puticlub” (Raúl del Pozo) y, al mismo tiempo, tan manirroto e ineficaz. No sabe ni explicar el apagón; ni garantizar el funcionamiento normal de los trenes de alta velocidad o de cercanías; ni de intentar paliar el problema de la vivienda o de los marginados; ni de dar una respuesta en términos de justicia a los migrantes, a los hombres del campo, a los autónomos; ni asumir su responsabilidad en la catástrofe valenciana; ni de asegurar el precio de la cesta de la compra, etc., etc., etcétera.
¡Palabras y más palabras! Ni que tratasen de imitar a Alain Delon. Ya apenas saben decir otra cosa que palabras, que, por cierto, suelen polarizar, dividir y enfrentar. Tanto ha manipulado y mentido a la gente, que ya no se le cree. Esto es un desbarajuste que huele muy mal porque está ya en avanzada descomposición.
Ante esta realidad, me pregunto: ¿Es posible apoyar el ‘sanchismo’ y no experimentar el sabor amargo de la traición a la fe socialista y a la nación? ¿Es posible no temer el juicio de la Historia por complicidad manifiesta? ¿Hasta cuándo consentiréis esta larga agonía?
Gregorio Delgado del Río