Desde hace ya algunos años, circula por Internet y por las redes un poema que bajo la denominación de Con el tiempo o Después de un tiempo es atribuido a, entre otros escritores, William Shakespeare, Jorge Luis Borges, Verónica A. Shoffstall, Nadine Stair o Fernando Zeledón, lo que nos hace suponer que, en principio, su autoría no estaría hoy aún del todo clara.
Aun así, Shoffstall y Borges son los dos escritores más citados por algunos estudiosos como posibles autores de dicho poema. Otros especialistas dicen, por su parte, que existirían diversas versiones de esta composición o que habría sido escrita por varias personas diferentes. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que es un escrito de una gran belleza y hondura.
El texto originario más o menos canónico empieza así: «Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma. Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa siempre seguridad. Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas».
El poema vincula a continuación las posibles circunstancias personales de cada uno de nosotros con la vida. «Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos. Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes, y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad», prosigue pausada y filosóficamente.
«Después de un tiempo uno aprende que incluso el sol quema si recibes demasiado. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale. Y uno aprende y aprende. Y con cada día aprende», concluye esta versión de Después de un tiempo, que seguramente sea la más extendida.
En algunas otras versiones que también podemos ver en Internet o en las redes sociales, el texto es más largo, con una segunda parte cuya posible autoría tampoco estaría del todo clara. Esa segunda parte se inicia de este modo: «Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano tendrás que volver a tu pasado».
A continuación, se vuelve a hablar del carácter excepcional que suelen tener muchas veces el amor y la amistad. «Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos, tarde o temprano se verá rodeado sólo por amistades falsas», afirma el poema.
En esa segunda parte se hace también referencia a las emociones y a las vivencias propias en sus siguientes versos: «Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira, pueden seguir lastimando a quien heriste durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual».
«Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas», advierte también el texto en sus estrofas posteriores.
«Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado», continuamos leyendo antes de llegar a la conclusión de este profundo e iluminador poema existencial.
Dicha conclusión está en consonancia con todo lo que hemos leído en los versos anteriores, además de ser profundamente melancólica: «Con el tiempo aprendes que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas o que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo».
Si esto es así, que lo es, entonces sostengamos manos, besemos, abracemos, decoremos nuestra alma, luchemos por todas aquellas cosas por las que vale la pena luchar, perdonemos, pidamos perdón y, sobre todo, digamos que amamos, que extrañamos, que necesitamos o que queremos ser amigos cuando aún sea posible hacerlo. Esta sería, muy posiblemente, la mejor enseñanza que cada uno de nosotros puede recibir también con el tiempo, sólo con el tiempo.





