Cultura de la confidencialidad

Estamos en un mundo en el que todo es de dominio público, en una sociedad en la que la información personal corre a raudales en las redes sociales, en internet y en los medios de comunicación. En muchas ocasiones por voluntad expresa del individuo, en otras por simple imprudencia. En no pocos casos como información robada u obtenida sin el consentimiento del afectado. Algunas veces, demasiadas veces, para satisfacer el morbo de la plebe y en todas ellas, porque las tecnologías de la comunicación y de la información lo ponen muy fácil.

No dejan de sorprenderme las continuas referencias a situaciones de ámbito puramente personal e íntimo. Ni la constante información explícita de expedientes judiciales en fase de instrucción. Información bien documentada, mejor ilustrada, con fotografías personales que cercenan el honor y la imagen de las personas en temas que están bajo secreto.

Bajo la apariencia del derecho a la información se cuelan campañas de descredito bien orquestadas y no disimuladas. Con un claro y evidente ánimo de hacer daño. Y si es necesario, basado en la mínima parte de la verdad que permita colar grandes mentiras.

Me preocupa que este desnudo integral pudiera llegar a afectar al ámbito de la salud. Ya, ya…, la información sanitaria es muy sensible, su utilización es delictiva y el código penal le guarda un buen espacio. Pero no es menos cierto que sólo uno de cada diez delitos relacionados con la informática es juzgado; el 90% no.

Por ello, la legislación y la justicia se comportan como insuficientes para proteger la intimidad de las personas. La imposición legal o la amenaza de la sanción, en general, pueden no bastar. Un solo desalmado, un paranoico, un iluminado puede para provocar un gran daño colectivo.

Espero y deseo que la ética profesional y la cultura de la confidencialidad en el ámbito de la salud nos sigan protegiendo. Y que la educación y la formación permitan llegar donde la justicia llega con dificultad. Y que los responsables no se limiten a ocuparse de los datos o informaciones personales, sino que también se preocupen con esmero de la protección de los derechos de las personas a quienes identifican. Más nos vale.

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