Anoche escuché en una cadena de televisión local al alcalde de Palma, Mateu Isern, quien explicó la profundidad de la crisis económica en la que está sumido el consistorio de la ciudad. Dentro de la narración muy preocupante que hace, totalmente verosímil, hay un dato con el que quiero quedarme y que es motivo de entusiasmo: el alcalde dice que la negociación llevada a cabo con los trabajadores municipales, con los funcionarios, fue muy positiva, que estos entienden perfectamente que todos tenemos que hacer un esfuerzo y un sacrificio para sacar esto adelante y que en ese sentido se han negociado ahorros para Cort que suponen cuatro millones de euros. Esto es un mensaje absolutamente positivo, insuficientemente explicado en los medios de comunicación, que trasmite algunas ideas importantes: que los funcionarios son personas sensatas que entienden qué nos está pasando; que en este caso concreto son capaces de anteponer sus legítimos derechos a las necesidades de la sociedad, incluso ante una realidad de la que ellos no son los culpables e, incluso, puede que hayan advertido sin éxito de los riesgos que se corrían. Lecciones de este tipo tendrían que ser conocidas, para que nos devuelvan la ilusión respecto a que de esta podemos salir.
