Opinión mallorcadiario.com

Demasiado suponer que haya plandemia

En los últimos meses, negacionistas del coronavirus y detractores del Gobierno están utilizando en las redes sociales la palabra inventada “plandemia” para difundir la existencia de un proyecto malicioso creado para manipular y domeñar a los ciudadanos en beneficio propio aprovechando la coyuntura sociosanitaria derivada del COVID-19. Como todos los “namings” no es más que un producto de marketing.

Estos adeptos a las creencias conspiracionistas son benévolos con el Gobierno cuando plantean tal posibilidad, porque si eso fuera cierto significaría al menos que existe un equipo de gobierno con buena capacidad de programación, adelanto, actuación certera… pero tales atributos no se le aprecian, desgraciadamente. Lo que estamos constatando, precisamente, es la inexistencia de plan, esto es, lo que impera es una falta absoluta de capacidad de planificación y una improvisación constante, aun cuando todo lo que está pasando ya fue vaticinado por los expertos sanitarios hace medio año.

A nivel estatal sabíamos que la meta a conseguir era empezar a vacunar al mayor número de población posible, sin descanso, para alcanzar una inmunidad de rebaño que no era factible a través de contagios naturales. Ya en el discurso que realizó el día 13 de marzo de 2020, Pedro Sánchez se refirió a “ganar tiempo hasta que llegue la vacuna”. Así pues, sabiendo que el momento en el que estamos ahora era el deseado ¿Por qué tantos impedimentos a una rápida vacunación? ¡Ha habido nueve meses para prepararse!

La lista de problemas y dificultades que sirven de justificación ante el bajo ritmo de inoculación de la vacuna sería mucho menor de haber actuado con mayor eficacia hace tiempo. Si elaboramos un dossier con todos los inconvenientes, contratiempos y truhanerías que están minando el proceso de vacunación, observaremos que muchos de ellos son obstáculos que se hubieran salvado con una actuación metódica, ordenada y programada. Si Israel lo ha conseguido es que es posible.

Un paradigma ejemplificativo lo tenemos en que existen muchas personas que, a pesar de tener anticuerpos por haber contraído previamente la enfermedad, están siendo vacunadas en esta primera fase cuando su inyección hubiera podido aprovecharse para otras personas y así aumentar más rápidamente el porcentaje de población inmune.

Si ralentizar el proceso de vacunación estuviera incluído en la “plandemia” del Gobierno, ello no sería nada inteligente por su parte, porque lo único que provoca es el amplio rechazo a la gestión política de la epidemia y las urnas son sangre y fuego.

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