He asistido asombrada estos días a una corriente de opinión que intenta culpar a los funcionarios de todos los males de nuestra economía. Se les ha insultado, se les ha cuestionado, se ha pedido su despido, se les ha demonizado, en definitiva, como si ellos fuesen los culpables de los desmanes y la mala gestión de los políticos. Funcionarios, como en todo, los hay buenos, regulares y malos, pero la gran mayoría son personas que están ahí porque se han preparado, estudiado y aprobado una oposición, que, por cierto, ha estado abierta a todos, también para quienes les atacan, pero prefirieron no presentarse. Funcionarios no son sólo los que atienden al público o realizan tareas administrativas, son los policías, los médicos, los bomberos, los docentes… Son personas que realizan trabajos esenciales para la Comunidad; personas que han visto disminuir su sueldo en los últimos años y que, como todos, han tenido que ajustarse el cinturón. Leí no hace mucho un comentario en este mismo digital en el que alguien recordaba que muchos funcionarios, de las escalas básicas, no superan los 1.200 ó 1.300 euros de salario, a pesar de lo cual día sí y día también tienen que aguantar que les llamen insolidarios y que se pida su despido, cuando lo que primero tendría que exigirse son responsabilidades a quienes han gestionado tan mal que nos han dejado en esta situación.
