El próximo sábado, el primero del mes de agosto, se cumplen 50 años de la primera subida nocturna a Lluc a pie, desde Palma. Miles de residentes en Mallorca han participado en esta romería nocturna. Algunos, por la fiesta que supone pasarse la noche caminado con los amigos. Otros, porque supone un reto personal. Tanto físico como psicológico. De hecho, todos los “caminos” en el fondo, son una prueba personal.
Una de mis máximas me lo recuerda siempre: vence, quién se vence. Hacerse 40 kilómetros, la mitad de los cuales cuesta arriba, es muy duro. Cuando yo lo hice, llegue al Salt de la Bella Dona agotado, casi inconsciente y delirando. Durante toda la noche te preguntas, en cada kilómetro, el porqué. Y no hay respuesta. Pero sigues, sigues y luchas contra tus piernas, contra tu espalda, contra todos tus músculos. Sigues hacia arriba, porque hay que hacerlo. Porque lo has decidido tú y porque te da la gana. Algunos no llegan. No pueden, pero lo han intentado, Han luchado para conseguir una meta. El esfuerzo, el físico y el psíquico, es lo que realmente vale de esta marcha.
Esforzarse, luchar contra todas las adversidades, es el reto personal que convierte al joven, ávido de experiencias y sensaciones nuevas, en un adulto. Lo importante no es llegar. Lo importante es empezar el camino. La vida nos lleva a caminar por senderos de gloria y de miseria. Por caminos llenos de luz, de felicidad y de sombras oscuras, de miedos y temores. Y por si fuera poco el esfuerzo, esta subida es una subida hacia el Santuario de Lluc. Todo cuesta arriba. Por muchos atajos que se cojan, las piernas no se dejan engañar y lloran cada instante, por el esfuerzo personal. Hay atletas que suben corriendo, Otros lo hacen como si de un paseo se tratase.
La mayoría lo hace como puede, o como su cuerpo le deja. Al final, cuando llegas al Coll de sa Batalla, respiras y sonríes. Ahora todo es cuesta abajo, ya llego, ya llegamos. Y se llega al Santuario. Allí, desde hace unos años, gracias al Prior Mariano Gastalver, las puertas se abren a las 5 de la mañana, para que los peregrinos puedan ir al baño, refrescar sus pies, y los devotos, dar las gracias a la Patrona de Mallorca, la Mare de Déu de Lluc.
Este año, colaboran más de 200 personas entre puntos de avituallamiento, seguridad sanitaria y vial. Soldados profesionales de la Comandancia Militar de Baleares, Policías Locales, la Guardia Civil y los de Protección Civil. Voluntarios que, nada cobran y lo hacen por la tradición más mallorquina del verano. Un impresionante montaje dirigido por el presidente del Güell, Francisco Bauzá, que está consiguiendo superar a su antecesor el recordado Tolo Güell. Tal vez, habría que empezar a llamarle Xisco Güell.