Dolors Martí comparte su proceso creativo en su estudio en Llucmajor.
Para ejecutar esta entrevista nos citamos en la localidad de Llucmajor, donde habita en la actualidad. Me invitó a entrar en su estudio, ese espacio de creación en el que brotan ideas y el trabajo y la inspiración se fusionan.
Nos permitió entrar en su álbum familiar para saber que es hija de…
Jaime Martí Bernat, cocinero en el Hotel Formentor, desde que nací y con año y medio, dice que casi no me conocía. Es una profesión muy esclava. Por eso cambió de oficio, taxista y posteriormente chófer-repartidor, nació en Palma y de Andrea Martín Coll, trabajó como personal de limpieza en el Hotel Formentor y fue dependienta y costurera, es natural de Palma.
María Dolores Martí Martín, nace en Palma un 28 de octubre de 1968.
Nos habló de su infancia, descubriéndonos a una niña entusiasmada por sus juegos infantiles y costumbres sociales de otros tiempos que fue deshilachando de la troca de sus remembranzas con entusiasmo.
Pasé mi infancia en el barrio de La Soledad-Nord, entonces más tranquilo que en la actualidad. Jugábamos en la calle con los amigos, a la comba, al elástico, a canicas, al pillapilla, a un dos tres patito inglés, a las cinco piedrecitas, a tocar timbres y salir corriendo. Los mayores tomaban la fresca y conversaban sentados delante de sus portales en la acera, las mujeres hacían labor (ganchillo, costura). Vivía en un primer piso, en la planta baja estaban mis abuelos paternos y mis primos, había un patio con jardín donde jugábamos los cinco primos. Ayudaba a mi abuela a regar las plantas y a cuidar de los pajaritos. En una ocasión tuvimos un patito, Saturnino, era la mascota, luego creció, y como hacía mucho ruido y molestaba a los vecinos, un buen día acabó en el plato (nosotros pensábamos que comíamos sopa con pollo), al saber la verdad lloramos como magdalenas.
Recuerdo con cariño la casa de mis abuelos maternos, cerca de Son Cladera, tenían animales y un huerto. Ayudaba a mi abuelo con las tareas de recolección y con los animales. En esa casa había tardes de charla con los vecinos y me entretenía haciendo vestidos para mis muñecas y dibujando en los cartones que pillaba (cajas de detergente, por ejemplo).
No es habitual que nos dibujen las estampas de la memoria con tanto detalle. Así que, si le parece, y percibiendo su vehemencia, podría continuar con la narración de esta pormenorizada crónica de infancia…
¡Por mi encantada! Los veranos, fiestas de Pascua, Navidad, en casa de mis primos en la Colonia de Sant Pere, íbamos en bici a todas partes, a nadar, a pescar, a coger cangrejos, setas. Hacíamos figuras de barro que dejábamos secar al sol, cantábamos, bailábamos.
A mis siete años, mis padres compraron un solar en Cala Llombards, y con mis abuelos hicieron la que sería nuestra casa de vacaciones. Era un sitio apacible, con la pandilla nos juntábamos y construíamos cabañas en el campo, que niños de otra pandilla destrozaban. Íbamos con don Miquel, un encanto de persona, no tenía hijos y disfrutaba de enseñarnos cosas. Nos subíamos a los árboles y aún conservo alguna cicatriz en las rodillas.
Con mi madre y mi abuela elaborábamos empanadas, y en navidad turrón. El viernes por la tarde llegábamos a Cala Llombards, enseguida a la playa y volvíamos hambrientos, cenábamos pan con mantequilla y salchichón. Los sábados, en invierno, chocolate con bizcocho que hacía mi madre y luego asábamos castañas en la chimenea. Me decían “qui juga amb foc pixa en es llit”, me encantaba. Luego sacábamos las cartas o el parchís, o el Monopoli.
En esa casa hicimos muchas cenas en familia, compartido pescado y calamares recién pescados por mi padre, y muchos “trempós”. En verano, en la playa, hacían concurso de castillos de arena. Dos veces lo gané. Iba a pescar con mis padres, para eso no me costaba levantarme a las cinco de la madrugada.
Mis padres me llamaban si estaba por fuera jugando con mis amigas, para ver “Verano azul”, no me lo perdía. También veía “la casa de la pradera” (mi primera hija se llama Laura…)
¿Cuál de entre tantos fue su juguete predilecto?
Las muñecas, las cocinitas y las cosas que yo misma construía. Desde muy pequeña cosía, hacía casitas de cartón, etc.
¿Cómo fue en su etapa de estudiante?
Era una estudiante aplicada, tenía facilidad para aprender y aprobé con sobresaliente. Solo me castigaron dos veces en todo EGB. Luego estudié administración y programación, por ese entonces ya trabajaba y tenía novio. Después, ya con vida laboral y familiar, quise empezar ilustración, pero lo aparqué sin acabar, para dedicarme más a mi familia.
¿Cómo transcurrieron los días de la adolescencia?
Los fines de semana con la pandilla, de playa, excursión, o las tardes que hacía malo, reunidos en casa de alguno o en el Bar Son Amer, comiendo pipas y jugando a futbolín. Íbamos al “Castillo” (discoteca de Cala Figuera donde se patinaba en vez de bailar), a pie desde Cala Llombards y por la costa. Sobre las diez venían a recogernos los padres, en coche. Las galas de tarde en Riu Palace o en Zorbas. En cierta ocasión se nos ocurrió hacer un playback en el Bar Son Amer, en las fiestas de verano. Diseñamos los instrumentos de música con cartón, nos metimos en el papel y quedó gracioso. Seguimos repitiendo cada y cada vez más actuaciones, hasta que se convirtió en un concurso en las fiestas.
¿En qué momento sucede primer su encuentro con la pintura?
Ocurrió cuando unos vecinos me trajeron de Japón unos tubitos de óleo, tendría de 7 a 8 años y empecé a probar. Recuerdo a Miquel Santandreu, un vecino de mis abuelos que pintaba al óleo, íbamos a su casa y me llamaba la atención lo bien que pintaba al menos para mí, y yo quería hacerlo así.
Estando en EGB gané el concurso de dibujo infantil del Colegio de Ingenieros de Caminos y Puertos. Fue un gran honor.
Seguí pintando, pero nunca me pasó por la cabeza la posibilidad de dedicarme profesionalmente a la pintura algún día, ahora me arrepiento de no haber cursado Artes y Oficios en Palma. En el 92 empecé a ir a clase de pintura en el centro cultural del Rafal Vell, allí una de las compañeras me compró un cuadro, el primero que vendí.
De su primera exposición ¿Qué podría rememorar?
Fue en una sala de Porreres. Gustó y vendí bastantes obras, incluido algún cuadro que no hubiera querido vender, como el de los gatitos que teníamos en Cala Llombards, los pinté metidos en un sombrero de paja. Fue una experiencia fantástica, arropada por conocidos, amigos y público en general.
¿Después de esta muestra comienza su alumnado?
Sí, descubrí la pintura de Ernest Forteza. Empecé en su estudio, donde aprendí y conocí a otros pintores. Estuve unos dos años, hasta que di a luz a mi primera hija. Entonces dejé las clases, pero seguí pintando por mi cuenta.
¿Qué tipo de arte le seduce?
Especialmente el impresionismo, más que cualquier otro estilo. Aunque respeto a todos los pintores que han creado escuela y son parte de la historia, me decanto por Sorolla como mi referente, la luz y la mágica combinación de color que plasmó en sus obras me transmite una sensación indescriptible. También las obras de Monet, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Dalí.
De la actualidad, admiro a Pascual de Cabo y a Ernest Forteza. Estoy enamorada de la obra de Sol Halabi. Me fascinan los retratos de Nuria Bosch, y las acuarelas de Miquel Rosselló, David Santos, Margarita Forteza. La obra de escultores como Luis López y Ricardo Sacco, con los que comparto amistad.
He tenido el lujo de conocer de cerca y compartir días de pintura al aire libre con Daniel Codorniu, que por ya no está entre nosotros. Con una pincelada y paleta atrevidas, creaba una atmósfera cálida, íntima e inconfundible.
¿Cómo describiría ese transcurso de tiempo, pintando?
Para mí es un ritual silencioso, como si el mundo externo hiciera un hueco para dejarme estar conmigo misma, un refugio, un espacio donde me expreso con más facilidad que con palabras. Un momento íntimo, un encuentro entre la Dolors que todos conocen y la que conozco solo yo, llena de matices que no sé pronunciar en voz alta. Un diálogo que va avanzando, unas veces con fluidez, otras con dilemas y lucha interior, prueba y error, experimentación… pincelada a pincelada, hasta que me siento identificada y conectada con lo que he plasmado. En esos instantes siento que dejo un pedacito de mi en los lienzos.
¿Qué etapa de la historia escogería como la más trascendente?
La del Antiguo Egipto, con las impresionantes pirámides y las pinturas y escrituras, en torno a la muerte y la vida después de la muerte.
Pero la época de la pintura que más me llega, o con la que más conecto, es sin duda el impresionismo. La luz, el ambiente que se crea en las obras.
Háblenos de sus aficiones, de sus gustos…
Además de la pintura, la escultura, la danza, la música… me encanta el ballet, me emocioné con “El Lago de los cisnes”.
Me gustan muchas cosas, hacer artesanía (cerámica, tapices, collares, etc.) estar en contacto con la naturaleza, la playa, el bosque, los paseos, ir a buscar setas, pescar, coger ortiguillas que luego cocino y están para chuparse los dedos. Bailar salsa, viajar sin prisa, sin agobios, cocinar, compartir comidas con amigos, hacer barbacoas, reírnos.
Disfruto las “trobadas de pintores”, así como las vivíamos tiempo atrás, pintando en grupo, un bañito si se terciaba, luego comida y charla. También las ocasiones en que pinto acompañando música en directo.
¿Qué libro de los que ha leído nos aconsejaría?
Los renglones torcidos de Dios. Lo leí a los 14-15 años y me marcó.
¿Algunas películas que le hayan conmocionado?
Top Gun, de toda la vida, Ben-Hur, que he empezado a ver mil veces y nunca he llegado a terminar y de las últimas: Avatar, por la conexión entre la naturaleza y sus habitantes.
¿Un tipo de música?
Depende del momento. Me gusta el blues, sin excluir la música española. Soy fan de Sade, Alejandro Sanz, Manuel Carrasco, Manolo García…
¿Una canción?
Roxanne versionada por George Michael.
Un viaje inolvidable
Podría decirte que cuando fui a Bávaro en 1992, me impactó el paisaje, las playas, el merengue, pero me quedo con el de este último verano, cinco días por la península con mi pareja, viajando en moto desde Denia hasta el Parque de Ordesa y volviendo por Barcelona. Muchos kilómetros, algunos tramos largos sin parar, con calor (hasta los 40º C). Nuestro objetivo era encontrar esas playas fluviales y pozas idílicas que tenemos en España y que al menos yo no conocía (salvo alguna de Rías Baixas). Visitamos pueblos medievales como Aínsa y Alquezar. De ese viaje capturé imágenes e inspiración para obras, algunas ya han visto la luz, en mi exposición “Alquimia” en Algaid’Art 2025.
¿Qué aborrece del ser humano?
La hipocresía, la falsedad y la injusticia que persigue intereses. Me agrada la gente sencilla, que te sonríe de corazón, que no actúa para encajar en la sociedad. Soy tradicional y bastante tímida, pero soy una persona en quien puedes confiar. Eso me ha proporcionado sinsabores. Pienso que vivimos la vida de puntillas y no llegamos a saborear su esencia. Buscamos la satisfacción urgente, el placer inmediato. Quisiera tener una de esas casitas de piedra en Cantabria, Asturias o Galicia, en plena naturaleza, para poder escaparme algunas temporadas y estar en un entorno tranquilo e inspirador, pintando a mi aire, sin el ruido de las masas y de la sociedad que tiene prisa por vivir y por hacer. No quedaría allí siempre, un tiempo de vez en cuando… no estaría mal.
De la actualidad ¿Hay algún tema que le preocupe?
El cambio climático y el medio ambiente, no en la medida en que vemos cómo se trata en los medios y a nivel de gobiernos. Es lógico que haya un cambio climático, de hecho, los ha habido y los habrá mientras exista la Tierra. Hemos pasado por ciclos y es la evolución propia de la naturaleza. Cierto es que hay demasiadas emisiones tóxicas, pero la mayoría no dependen del ciudadano de a pie. Soy partidaria de cuidar de nuestro entorno, los parques, la naturaleza y nuestras ciudades, evitar los desperdicios y la contaminación en la medida de lo posible. Es un tema de conciencia y de sentido común.
¿Ha habido algún acontecimiento internacional que le impactase?
El suceso de las torres gemelas. Aquel día llegué del trabajo, retransmitían una y otra vez lo ocurrido. Pensar en esa gente que murió, ocupada en sus lugares de trabajo o en su vida diaria, sin darse cuenta de lo que les iba a pasar. Sigo sintiendo tristeza.
¿Uno de los días más emocionantes de mi vida?
Cuando di a luz por primera vez. Hemos visto mil veces en películas y leído, y nos han contado, la experiencia de dar a luz a un bebé. Y aunque sabía que lo llevaba en mi interior, lo había visto en las ecografías y lo sentía al moverse… pero el hecho de que de repente esa personita ya no estaba en mis entrañas y pasó a ser de verdad, besarla, oler ese aroma a vida, acomodarla en mi regazo, piel con piel, fue tan especial que me parecía irreal. Imposible de olvidar.
¿Algún momento difícil?
Viví una situación complicada que duró años y aún no ha cicatrizado y es el hecho de vivir una separación muy difícil, en la que la relación entre padres e hijos se desmonta a pedacitos. Y aún hoy siguen la mayor parte de esos pedacitos dispersos y perdidos. Mejor pasemos a otro tema.
Le doy tres opciones para cumplir un deseo ¿Escoja una? Ser asesora de Velázquez, dirigir una película, o escribir un libro.
¡Ufff! Asesorar a Velázquez, imposible, era un maestro. Dirigir una película, no sé, tal vez en la próxima vida. Me quedo con escribir un libro. Me gustaría tener la capacidad de expresión que tienes tú, o mi amiga Empar Bosch, me chifla el arte con el que cuenta cosas cotidianas.
Me impresionaron las esculturas de Jaume Plensa (Mirall) en La Lonja y me emociono ante muchas de las obras de Sorolla, me quedo mirando los detalles, los contrastes, no me las acabo nunca.
¿Del arte conceptual qué destacaría?
La multitud de estilos que conviven y la lucha por encontrar nuevas vías, por mostrar a través del arte algo nuevo, diferente. En ocasiones me da la impresión de que se trata de llamar la atención, con obras que más que buscar una calidad artística, buscan ir más allá para impresionar a un público saturado. Se que esto tampoco es políticamente correcto, pero es como lo veo.
Considero que hoy día casi todo se mueve en redes, no solo entretenimiento, también negocio, aprendizaje, al igual que te llegan las nuevas propuestas de artistas y tendencias del arte. El arte es para vivirlo, es imprescindible visitar exposiciones para notarlo físicamente, seguir las ferias de arte, así como museos y exposiciones temporales, aunque confieso que voy a visitarlas con menos asiduidad de la que quisiera. No me considero una entendida.
¿Qué tiempo dedica a su pasión artística?
Poco en relación a lo que me gustaría. Varias horas al día, no solo pintando, buscando inspiración, indagando o publicando en redes, viendo exposiciones, planeando mis próximas pinturas, masticando ideas.
En sus trazos se perciben influencias de Sorolla, destellos de Monet, aromas de Codorniu, en un goteo de espesas pinceladas del que surgen tonalidades etéreas, el uso químico se alea con los humildes toques de espiritualidad y naturaleza que Dolors va aprendiendo a desplegar sobre las telas, formando enfoques y desenfoques, claros y nieblas que componen un ajustado guion plástico, interpretado entre bastidores.
¿En qué punto están sus experimentaciones de laboratorio?
Estoy probando desde hace un tiempo con óxidos y de hecho ya he expuesto algunas obras, es un tema que me fascina, al igual que los temas rústicos (me gusta pintar la piedra, la madera, objetos marcados por el paso del tiempo) y trato de unir ambas cosas. Los óxidos a veces son incontrolables y pasan “cosas” interesantes en los lienzos, son obras vivas que te dan sorpresas.
También estoy trabajando en piezas que mezclan naturaleza y figura humana (niñas en su mayor parte), es una temática donde puedo expresar delicadeza, sutileza, emoción, ingenuidad, alegría, algún toque de fantasía. En el fondo es un viaje al interior de Dolors.
¿De sus proyectos futuros qué puede descubrirnos?
Mi principal proyecto a la vista y lo digo con letras mayúsculas, es dedicarme más tiempo de ese íntimo y personal que comentaba, esos momentos entre Dolors, el lienzo y los pinceles.
Actualmente participo en la colectiva “a l’altura dels teus ulls” y próximamente en “mínima esencia”, son exposiciones colectivas con el Grupo Ou Verd.
En cuanto a exposiciones individuales, tengo intención de exponer con motivo de Algaid’Art 2026 y algunas más que todavía están por concretar.
Hasta aquí la entrevista, después de este repaso a tantas observaciones y cavilaciones, sobre una artista que dice que le queda tanto por descubrir.
Texto: Xisco Barceló
Fotografías: Xisco y Dolors
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