La presente jornada es, además de propicia, más importante para el Atlético Baleares que para el Mallorca. Si, ya sé que el duelo de Son Moix, primero contra segundo, despierta mayor atractivo para el espectador, pero los blanquiazules se juegan en el envite mucho más que el líder. Armando de la Morena mantiene a su equipo por debajo de las expectativas justa o injustificadamente creadas y visita al único equipo de la categoría que no ha ganado ningún partido. Además, en campo grande y césped natural, una superficie que cada técnico adapta como mejor le va en sus afirmaciones cotidianas. Ya se sabe, unas veces a favor y otras en contra según convenga en cada momento. De ahí que una eventual victoria del colista y anfitrión no solo generaría precipitadas dudas respecto al proyecto, sino que dejaría al inquilino del banquillo de Son Malferit a los pies de los caballos.
En Palma, por el contrario, no hay mucho en juego. Ningún resultado cambia la situación de los contendientes más allá del orgullo profesional de mantener su imbatibilidad una semana más. La trayectoria del Villarreal B se empaña con un resultado corto en feudo tan poco consistente como el del Ebro, derrotado por el Mallorca hace unos días. Pero queda tanta, ¡tanta!, liga que ninguno de los tres signos reviste trascendencia aparte del banco de pruebas que la confrontación pueda suponer para sus particulares análisis internos. Si uno mira la clasificación, es el primer test medianamente serio al que se somete la escuadra de Vicente Moreno, ya que los planes castellonenses no sufren la menor alteración en virtud de su carácter formativo y su meta virtual.





