El Govern de les Illes Balears continua defendiendo su propuesta del establecimiento de una tarifa plana universal de 30 euros en los trayectos aéreos insulares, tal y como se aprobó en su día en el Parlament. Aunque tal medida tenía mucho sentido hace unos meses, ahora es muy dudoso que suponga una mejora real y un abaratamiento de los desplazamientos aéreos, toda vez que el Gobierno central aprobó incrementar el descuento por residente de forma que ahora, entre lo subvencionado por el Estado y lo subvencionado por la comunidad autónoma, alcanza el 75% del precio total del billete. De este modo, sin mucho esfuerzo hay ocasiones en que se encuentran billetes de Palma a Ibiza, ida y vuelta, por 25 euros. !Incluso los hay por 18 euros! Es obvio que si el trayecto tuviera un precio tasado de 30 euros, los residentes en Balears que vuelan internistas saldrían perjudicados. Y como bien apunta la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), es muy probable que la competencia se viera afectada y hubiera menos aerolíneas interesadas en operar estas rutas.
Ante el informe de la CNMC, el Govern ha reaccionado como acostumbra últimamente cuando cualquier organismo de fuera de Balears dictamina algo en su contra o le contradice. O simplemente advierte de posibles problemas legales, como sucedió con la Ley de “toros a la Balear”. Tras el Consell de Govern del viernes, el conseller de Movilidad, Marc Pons, informó que el Ejecutivo autonómico ha remitido una “queja formal” ante el Gobierno de España.
Quizás sería más prudente abandonar posiciones inmovilistas, entrar en el fondo del asunto y replantearse la medida que a la vista de la nueva realidad, ya no reúna las bondades que en su momento la adornaban. Pero el Govern parece más cómodo en el modo conflicto con el Gobierno central, ignorando que tal predisposición no resulta beneficiosa al conjunto de la ciudadanía ni tampoco sea rentable en términos políticos, pues a la vez que se presenta reivindicativo y exigente, el Ejecutivo de Armengol ha de ser capaz de dar el brazo a torcer y rectificar si la ocasión lo merece. Instalarse en el “no es no” por sistema no es lo más inteligente.



