La noticia es que una editorial cierra porque no puede sortear la crisis. La segunda es que la desaparición de las ayudas económicas a las ediciones en catalán hace casi imposible su producción. La tercera, es que se mira con ojos políticos, lo que se debería mirar con ojos cultos. Cuando don Francesc de Borja Moll colaboró en la redacción y en la edición del Diccionari Català, Valencià, Balear, decidió fundar la editorial para poder poner a disposición de todos los públicos obras en lengua catalana. De ahí Les Rondaies y las colecciones de poetas, escritores, novelistas, ensayistas y filósofos de las islas y de las tierras de influencia catalana. Y no se hizo con criterios políticos. No se discriminó a ningún autor por ser o no ser nacionalista, de derechas o de izquierdas. De ahí su gran legado y su gran valor. En un mundo en que todo se radicaliza, solo la cultura nos permite volver a los orígenes de la humanidad. Es el lector, el que sabrá comprender, criticar, aceptar o rechazar ideas, opiniones, posturas y banderines de enganche. La venta de libros ha caído por muchas razones, entre ellas, la educación que reciben los jóvenes. Las nuevas tecnologías de la comunicación se han cargado el papel, para beneficio del medio natural. Pero se han cargado, también, los libros. La película Fahrenheit 451 nos anticipaba un futuro en el que, los libros, serian pasto de esa temperatura. La ciencia ficción de Ray Bradbury o la visión de François Truffaut, no esperaban que la realidad fuese todavía más horrorosa. El fuego que consumirá la cultura es el calor que despide el mercado económico y la acción política. Solo queda la esperanza que el Govern, los Consells y las capitales isleñas, se unan para comprar el legado y fondo de la familia Moll.
I en acabar, comptarem.