Ahora que el cierre de Televisió de Mallorca es prácticamente un hecho, le llueven apoyos y adhesiones por todas partes, seguramente de personas que no han visto ni uno de sus programas, personas que desconocen completamente su programación y ni siquiera se han molestado en sintonizar el canal, porque, de no ser así, no tendría esas mínimas audiencias, por lo tanto el apoyo llega tarde y mal. Este cierre, al igual que muchos otros, es absolutamente necesario si queremos salir del pozo económico en el que nos encontramos. Mantener esta televisión nos cuesta 9,5 millones de euros anuales, un capricho bastante caro, porque, tal y como decía ayer, estamos ante un bien de lujo, porque Televisió de Mallorca es un producto exclusivo, del que disfruta un grupo mínimo de espectadores. No es de recibo gastar este dinero en una televisión innecesaria y prescindible, cuando las arcas de la Comunidad Autónoma están vacías y, lo que es peor, sectores tan vitales como la Sanidad y la Educación carecen del presupuesto necesario para mantener sus niveles de calidad. Que se manifiesten cuanto quieran, pero al Consell no le ha de temblar la mano a la hora de acabar con este “capricho”, porque es una cuestión de prioridades.





