Tras mil años enfrentándonos por estupideces, incapaces de convivir como gente civilizada que tiene derecho a la discrepancia, este fin de semana tuvimos en Sineu otro espectáculo en el que los radicales de los dos bandos, luciendo ambos banderas ajenas a nosotros (unos se han sacado de la manga una versión extraña de la bandera de Baleares, mientras los otros exhiben la cuatribarrada independentista catalana) se han enzarzado en un lío vergonzoso. Estas historias, que hoy yo aquí despacho con una sonrisa, no deberían ir a más porque son el germen para tensiones que deberíamos conocer, que no nos van a dar soluciones y que sólo pretenden que unos se impongan sobre otros.
