No sé a quién benefician los datos de la encuesta autonómica que ha presentado el presidente del CIS en su comparecencia ante la comisión constitucional del Congreso. Lamentablemente el CIS no es lo que era y ya no se le puede considerar La Biblia que fue, aquella cuyas revelaciones iban todas a misa. Si a priori pareciera que es el PP al que le hace un guiño el Centro de Investigaciones Sociológicas, más sentido tendría pensar que con este mensaje lo que se puede producir es una relajación entre los votantes de derecha, porque esto ya está ganado, y un efecto llamada a los de izquierda para impedir con un último esfuerzo que los populares arrasen. O sea que la propia publicación de los datos podría servir para alterar los resultados del 22 de mayo que, esos sí, serán los definitivos. No hay que olvidar que el CIS, si bien es un organismo autónomo, depende de manera directa del Ministerio de Presidencia del gobierno de Zapatero y que ya estamos demasiado acostumbrados al todo vale, por lo que pongo en cuarentena el verdadero efecto que pueda llegar a tener la publicación de unos datos que, por otra parte, empezaron a obtenerse hace dos meses y que las cosas “han cambiado mucho”, como se ha apresurado a reconocer el presidente del CIS, Ramón Ramos, del que tampoco es baladí recordar que fue designado para este cargo hace solo siete meses por el dedo de María Teresa Fernández de la Vega que no estaba muy contenta con el trabajo realizado por la anterior número 1 del CIS, la fulminada Belén Barreiro.
