Esta semana me requería una amiga para que le ayudara a entender algunos conceptos de economía que se le atravesaron. No eran para ella sino para explicárselos a su hija que cursa primero de Bachiller.
El hecho de que se estudie economía en los colegios e institutos es un logro. Aunque no sea hasta primero de Bachiller (de Sociales) cuando es asignatura obligatoria.
En nuestro día a día, la economía está muy presente y, sin embargo, se desconoce su funcionamiento. El café de la mañana, los vaqueros y la camisa que nos enfundamos, el perfume de último momento, el coche que nos lleva al trabajo, etc. Todo ello es producto de múltiples decisiones empresariales. El precio que le asignan al producto, el diseño y el envoltorio con el que nos lo presentan, el marketing que nos lo dio a conocer, la tecnología que subyace y los atributos que hacen que los veamos diferentes a otras opciones y por eso los hayamos comprado.
El motivo por el que hemos elegido esos productos y no otros, dice mucho de nuestra personalidad. Aunque no nos hayamos detenido a pensarlo, otros sí que lo han hecho por nosotros. Y nos han llevado al huerto.
Pues bien, a pesar de ser algo muy presente en nuestra rutina diaria, la economía es una gran desconocida. Por eso, pasa lo que pasa.
El tema sobre el cual me preguntaba mi amiga era sobre los costes irrecuperables, también llamados costes hundidos, y el coste de oportunidad. Para ilustrarlos, el libro de texto, de manera acertada hacía alusión al efecto Concorde, proyecto en el que Francia y Reino Unido invirtieron miles de millones de euros para construir un avión que conectara París con Nueva York en cuatro horas.
No obstante, se dieron cuenta a mitad del proyecto de que habían errado en los cálculos y que el coste del avión y sus gastos de mantenimiento iban a ser muy elevados. A pesar de caer en la cuenta, siguieron adelante. Ningún país abandonó el proyecto porque hacerlo iba a ser aceptar el error. Al final, el avión que crearon resultó ser muy caro, con poca autonomía de vuelo y un consumo de combustible enorme. Un fracaso.
El coste irrecuperable o coste hundido es haberse metido en un proyecto fracasado y seguir adelante por la presión de recuperar el dinero mal invertido ¿Le suena?
El coste de oportunidad viene dado por no haber elegido la mejor opción para invertir ese dinero que ha acabado siendo un coste hundido.
El efecto Concorde está más presente en nuestras vidas de lo que imaginamos. Cuando decidimos en función del esfuerzo realizado hasta el momento, en lugar de ver lo que viene por delante, estamos cayendo en el mismo error. Ocurre frecuentemente en el ámbito laboral personal o sentimental. A veces se oyen cosas como: “Con lo que me costó sacar esta oposición, me quedo con este trabajo aunque no sea feliz” o “después de meses pretendiéndola y tras diez años juntos, no cambio de pareja aunque alargue las horas en el trabajo porque en casa siempre es lo mismo”.
La economía también puede explicarse de manera divertida. La mejor definición que he oído sobre el coste de oportunidad es la siguiente: Es aquello que debes dejar cuando te echas pareja. Eso es así porque cuando tienes pareja no puedes estar comparando a tu mujer (era un profesor quien lo explicó) con todas con las que te cruzas por la calle porque seguro que algunas en un aspecto u otro (de su físico, se entiende), son mejor alternativa que la tuya. Esa explicación, con la exageración y la escenificación del momento arrancó las risas del auditorio y, muchos años después, la estoy compartiendo con ustedes. Moraleja: Con humor se aprende mejor. Hasta la economía.