Quisiera compartir las reflexiones sobre una interesante teoría de los sociólogos canadienses Barnsley, Thomson y Legault de 1985. Tras observar que en la liga de hockey sobre hielo de la primera división canadiense, la mayoría de jugadores han nacido en la primera mitad del año, enunciaron un nuevo fenómeno denominado “efecto mes de nacimiento” o cómo influye el mes de nacimiento de cada uno en el rendimiento y la autoestima.
Imbuido por la curiosidad, intento verificar si se cumple ese efecto en otras disciplinas de actualidad más cercanas. Realizo cálculos estadísticos con el mes de nacimiento como base. Analizo las disciplinas individuales en las que han obtenido medallas de oro en Río 2016 los siguientes países: Estados Unidos, China, España y Jamaica. No veo nada anómalo salvo que en el mes de diciembre no ha nacido ningún medallista español, solo uno estadounidense, dos chinos y tres jamaicanos. El reparto de las fechas de nacimiento se distribuye a lo largo del año.
Analizo las 20 personas más ricas del mundo. Ninguno de ellos ha nacido en diciembre y solo uno en noviembre.
Compruebo la fecha de nacimiento de los líderes de los 8 partidos políticos con mayor representatividad en el Congreso de los Diputados. No observo ninguna concentración anómala durante el año aunque ningún político ha nacido en diciembre. Albert Rivera cumple años en noviembre y Pablo Iglesias en octubre. El resto se reparte durante todo el año.
Donde sí encuentro resultados sorprendentes es en los deportes de equipo. Recién cerrado el mercado de fichajes de verano, analizo la plantilla actual de varios equipos de la primera división de fútbol. Los resultados me dejan boquiabierto ¿Tendrán razón los canadienses?
En el Real Madrid, un 67% de los jugadores han nacido antes de que haya transcurrido el 50% del año, es decir, el 30 de junio. Antes de que haya transcurrido el 75% del año, es decir, el 30 septiembre, ha nacido el 81% de la plantilla. En noviembre no celebrarán ningún cumpleaños y en diciembre, solo lo hará Karim Benzema. Enero es el mes de mayor número de festejos con 7 aniversarios.
Voy a ver el Barça. Los resultados son aún más sorprendentes. Antes de llegar el 30 de junio, ya han cumplido años un 68% de los jugadores. Y antes de que haya transcurrido el 75% del año, el 30 de septiembre lo han hecho, nada más y nada menos, que un 91% de los futbolistas. En noviembre solo el recién fichado Samuel Umtiti soplará las velas. El próximo diciembre, una vez más, ningún jugador celebrará su cumpleaños. Sin embargo, el próximo enero y febrero, 8 jugadores sí harán fiesta.
Paso a analizar al otro grande. En el Atlético de Madrid los números son aún más contundentes. Se encuentran más concentrados en la primera parte del año. Nada menos que un 77% de la plantilla ha nacido antes del 30 de junio. Antes del 30 de septiembre, como en el Barça, el porcentaje asciende a un 91% de los jugadores. En diciembre solo ha nacido un jugador y otro en noviembre. Sin embargo, en enero han nacido 6 jugadores y 3 en febrero.
Estoy deseando saber qué ocurre con los dos equipos con más tradición en nuestra isla. El RCD Mallorca sigue la tendencia de los grandes aunque de manera menos pronunciada. Un 67% de su plantilla ha nacido antes de la mitad del año y un 83% antes del 30 de septiembre. El Atlético Baleares muestra unos resultados menos concentrados en la primera mitad del año. En ese periodo, cumplen años un 60% de los jugadores y antes del 30 de septiembre, un 67%. Entre noviembre y diciembre solo han nacido dos jugadores.
Parece ser que el efecto mes de nacimiento es más pronunciado en los deportes de equipo donde las exigencias de los jugadores son mayores.
Busco la plantilla de la selección que nos hizo campeones del mundo de fútbol y observo la misma tendencia que entre los grandes de la Liga. Antes de la mitad de año han cumplido años un 61% de la plantilla y antes del 30 de septiembre, un 87%. Solo David Villa ha nacido en diciembre.
La razón de esa concentración hacia principios del año tiene una explicación: La artificial clasificación en las categorías inferiores de la mayoría de los deportes hace que los grupos sean heterogéneos en cuanto a diferencia de edad. Por extensión, lo mismo ocurre en la educación. Dentro de un mismo curso escolar, encontramos alumnos que han nacido en enero junto a los que han nacido casi un año después, en diciembre. Un año de diferencia, en edades tempranas, representa una gran diferencia de capacidades. A los cinco años, un niño con diez u once meses de ventaja aprenderá a leer y escribir con mayor facilidad que el nacido en noviembre o diciembre. Por un puro proceso evolutivo, los de enero se muestran más maduros y asimilan antes los conocimientos. No es de extrañar que el porcentaje de repetidores entre los nacidos en la última franja del año sea más elevada. El calendario puede influir en los resultados académicos y, lo que es peor, en la autoestima del alumno que ve cómo los de principios de año están más capacitados y les ganan en cualquier comparativa, solo por una mera ventaja temporal.
En el deporte de equipo, el efecto se da de manera más pronunciada. Los grupos congregan niños con dos y hasta tres años de diferencia. Esto último ocurre en la categoría de juveniles, que da cobijo a chavales de 17, 18 y 19 años. A estas edades, las diferencias físicas se han igualado, aunque no las psicológicas y emocionales que arrastren de edades inferiores. Pero a edades más tempranas como en Benjamines (9 y 10 años) o Alevines (11 y 12 años), en plena formación de la personalidad (con aparición de complejos, dudas, interrogantes e inseguridades) y cambios en el desarrollo físico, las diferencias dentro de los nacidos a principios y finales del mismo año natural son enormes. No digamos, cuando ascienden de categoría, pasando a ser de primer año y tienen que competir contra jugadores, un año mayores. Todos, incluso los nacidos en enero, con ventajas entre los de su quinta, tienen dificultades para competir por obtener minutos en el campo. El entrenador, presionado por ganar y ver aumentado su prestigio, suele poner a los más fuertes, más hábiles o más rápidos. Por eso, suele dar más minutos a los mayores. Los de primer año tienen que hacer un mayor esfuerzo para destacar. No digamos los nacidos en diciembre de primer año que han de competir contra los de su año de nacimiento y contra los nacidos el año anterior. No es de extrañar que muchos de ellos no aguanten la presión o se cansen de esperar a que el entrenador les dé minutos y abandonen.
En baloncesto ocurre lo mismo. Las categorías de Infantil y Cadete engloban jugadores de hasta 24 meses de diferencia. Analizo la plantilla de los equipos de básquet masculino y femenino que ha competido en las recientes Olimpiadas de Río y ocurre lo mismo. Entre los hombres, un 92% ha nacido antes del 30 de septiembre. Ninguno entre noviembre y diciembre. Entre las chicas, está más igualado. Antes del 30 de septiembre, han nacido un 75% de las jugadoras. En noviembre, ninguna y en diciembre, solo una.
¿Qué hubiera pasado con un entrenamiento o una enseñanza más personalizada en base a las necesidades reales de cada uno o dividiendo los grupos en periodos inferiores al año?
Probablemente, el abandono hubiera sido menor porque compararse entre iguales genera competencia y motivación por intentar destacar. Compararse entre desiguales, genera desmotivación entre los menos favorecidos porque la partida es injusta. Un abandono menor implica un mayor aprovechamiento del talento.
Messi nació en junio y Ronaldo en mayo. ¿Cuántos Messis o Ronaldos han nacido en diciembre y abandonaron en una edad temprana? Una cuestión temporal ha acabado convirtiéndose en una consecuencia definitiva y muy negativa.
Como conclusión, quiero decir que es necesaria una revisión del deporte base y sobre todo del actual sistema educativo cuya metodología no ha variado en décadas mientras la sociedad sí lo ha hecho. La descrita en este artículo es una de sus numerosas carencias. Se necesita una formación más personalizada, con tutorías de apoyo, adecuada a la edad y características de un grupo mucho más homogéneo. Quizá se deberían fraccionar los cursos en periodos inferiores al año. Existen escuelas infantiles donde agrupan a sus alumnos nacidos en intervalos de 6 meses. Desgraciadamente, el talento escasea y muchas veces se va al extranjero. Esta sangría hay que atajarla pero lo que no podemos permitirnos es perder el talento en casa por un erróneo planteamiento del sistema educativo o del deporte en las categorías inferiores.





