Se diría que últimamente el Govern de Francina Armengol no gana para disgustos. Poco a poco se le han ido acumulando una serie de problemas que analizados uno por uno no parecieran de excesiva gravedad, pero tomados en conjunto dan la sensación de que el Ejecutivo no tiene el control de la situación, lo cual siempre es algo muy preocupante. Es cierto que ha conseguido cerrar el conflicto de los trabajadores de SFM, tras muchas jornadas de huelga que han causado un fuerte desgaste el Govern, pero ahora se abren nuevos frentes con los trabajadores de los servicios informativos de IB3, las ambulancias del 061 -transporte urgente terrestre y aéreo- y además, el espinoso asunto de los contratos otorgados por algunas consellerias que gestiona Més a Jaume Garau, jefe de campaña del partido en las últimas elecciones locales y autonómicas de 2015. Y ello, sin olvidar que una de las agrupaciones profesionales de taxistas, la de la Caeb, mantiene su confrontación por el asunto de las líneas de autobuses desde el Aeropuerto de Son Sant Joan y amenazan con nuevas movilizaciones.
Sería bueno que el Govern trate de cerrar con presteza muchos de los problemas que se han citado, pues todos ellos empañan la labor de gobierno y dan una sensación a la ciudadanía de cierto descontrol. Corresponde a los políticos solucionar los problemas y no crearlos, o al menos crear los menos posibles y que no se noten mucho. Y no se trata solamente de ser eficaces, que desde luego, sino también de parecerlo, porque de lo contrario la ciudadanía solo percibe el ruido que generan los conflictos que actualmente atenazan al Ejecutivo y eso tapa todo lo demás.





