Enfrentarse a un rival directo por la permanencia como el Nàstic de Tarragona no fue motivación suficiente para dar un paso al frente y el equipo abandonó el terreno de juego con gritos de "jugadores mercenarios".
El Real Mallorca se jugaba gran parte de sus posibilidades de salvación ante el Nàstic de Tarragona. Ganar significaba mantener opciones; empatar, dejar buena parte en el camino y perder era firmar prácticamente la sentencia.
Y en las situaciones límite, siempre aparece más gente en las gradas de Son Moix, esta vez casi diez mil.
Pero el equipo, ahora en manos de Sergi Barjuan, no da para mucho y la primera parte del partido desesperó a la parroquia bermellona.
El equipo evidenció todo lo que de él se conocía, en manos de Vázquez, en las de Olaizola y ahora en las de Sergi, y es que se trata de un equipo tremendamente atemorizado e incapaz de resolver ni lo deportivo ni lo anímico.
De hecho, la alineación delataba el objetivo con un once repleto de jugadorers con características defensivas como Campabadal, Ansotegi, Raíllo, Yuste, Angeliño y Zdjelar. Junto a ellos Juan Domínguez, Salomao y Moutinho con intención de crear algo, y arriba en ataque solo, Brandon.
De cualquier modo, el Nàstic se empeñó en no complicarle la vida al Mallorca. Emana perdonó en un mano a mano contra Santamaría tras aprovechar un error de Ansotegi; además se lesionaron dos jugadores en los primeros 45 minutos, Madinda y Barreiro. Y mientras el Mallorca...nada de nada.
Los bermellones estuvieron más por la labor de evitar que les marcaran que no de marcar y eso hace que el equipo no tenga atrevimiento y recule metros de manera que el Nàstic se acercaba con peligro a la portería de Santamaría.
La impotencia de los locales y la falta de puntería de los visitantes llevó el partido al descanso con empate a cero en el marcador.
En la segunda mitad, pasó lo habitual, nada más salir al terreno de juego el Nàstic estuvo a punto de marcar y Son Moix se llenó de suspiros.
Mediada la segunda parte, el nuevo entrenador mallorquinista, Sergi, decide cambiar el rumbo del partido con dos cambios: entran Lago Junior por Moutinho primero, y minutos después Lekic por Zdjelar, dos cambios que provocan un cambio de sistema que lleva al equipo bermellón a jugar un 4-4-2 más clásico y con otra intención que la única de defender.
El tercer y último cambio, Pol Roigé en sustitución de Salomao, no fue más que un cambio de hombre por hombre sin que provocara variación alguna, quizá solo un pase a Brandon que éste no supo definir como tampoco Lago Junior en el remate posterior.
Y aún hay que dar gracias porque el hombre del partido fue el portero mallorquinista Santamaría que con sus intervenciones, sobre todo una doble en los últimos minutos del partido, salvó a su equipo del desastre definitivo.
Al final, el 0-0 deja al equipo más cerca del descenso y con una retirada de los jugadores a vestuarios increpados por la afición.