El RCD Mallorca abandona la segunda división pero no para ascender a primera, como sería de esperar para un equipo de estuvo en la máxima categoría del fútbol español durante 16 años en su última etapa en aquella categoría. Nada de eso. Finalmente los peores temores y los peores pronósticos se han materializado y el equipo no ha sido capaz ni de, en una situación límite, ganar al colista ya descendido. Así no se merece conservar la categoría. Las sombras que ahora se ciernen sobre el equipo son densas y oscuras porque la 2a división B supone abandonar el fútbol profesional y los ingresos millonarios por derechos televisivos para entrar de lleno en el fútbol amateur, con lo que ello conlleva: volver a jugar en hierba artificial.
Este desenlace no es atribuible a nadie en concreto, sino que para ser justos, viene de muy atrás. Los jugadores y el cuerpo técnico son los principales responsables, como es natural, pero la actual propiedad y también las anteriores no son ajenas al desastre. Todo el mundo cometió el error de pensar que personas venidas de fuera serían mucho mejores que los de aquí, y parece claro que no fue así. El fútbol profesional no admite errores y al final todo tiene su precio.
En esta coyuntura ya no se puede descartar nada, ni siquiera la desaparición de la entidad. Pero no podemos hacer otra cosa que confiar en que esta crisis sirva para comenzar de cero y que el equipo con mayor número de aficionados de la isla hasta ahora, vuelva a recobrar la posición que por historia le correspondería. De momento habrá que disfrutar con los encuentros RCD Mallorca - SD Formentera.





