He de reconocer que me encanta comprar en el pequeño comercio palmesano, en el mercat de LOlivar, o en Santa Catalina y los domingos en el mercadillo de Santa María, se me puede encontrar, comprando la fruta para la semana.
Para mi, ir de compras es un hobby , por muy superficial que sea, lo siento es así.
En cambio las grandes superficies ya no me gustan tanto, admito su practicidad a la hora de hacer la compra semanal, o de ir de tiendas, pero a mi modo de ver, ese “ir de tiendas”, se puede hacer exactamente igual entre los pequeños comercios de la ciudad.
Tal vez sea porque provengo de una cultura, en la que el pequeño comercio todavía está en gran auge y seguimos utilizando la tiendita del barrio, la librería de la esquina y la boutique de confianza que traía antaño los tejidos de Francia.
Nací y crecí con esa tradición y me encanta hacerlo cuando puedo en mi ciudad de adopción: Palma.
Es más, he encontrado en estos años, pequeños comercios donde me encanta comprar mi ropa y que siempre me ofrecen un punto innovador y diferente al resto de las personas que conozco.
Adoro la decoración y todo lo relacionado con la belleza, que le voy a hacer, lo reconozco, resultará superficial o no, pero me siento totalmente dichosa durmiendo sobre una cama llena de grandes almohadones y cojines y llevando un lindo camisón.
Y se que el debate está en el precio, no obstante no estoy muy de acuerdo, ya que opino que el gusto no está reñido con el tener o no dinero. Me explico, uno puede comprar bien, sabiendo buscar, sin gastar mucho dinero.
Es obvio que si lo tienes, te será más fácil, pero ¿se puede comprar el gusto?, desde mi punto de vista NO, ¡un NO rotundo!. Tal vez podemos comprar la calidad pero no el gusto.
Y a decir verdad lo que nos ha ocurrido en estos años es que hemos dejado de cuidar las cosas que tenemos porque nos han costado muy poco dinero y comentarios como: ¡para lo que me has costado!, son muy habituales entre nosotros, lo cual es un verdadero error.
Si volviéramos a desarrollar el gusto por el cuidado de lo que tenemos, tal vez, no gastaríamos tanto dinero en reponerlo, ¿no les parece?.
¿Cuántos de Uds. Siguen limpiando la ropa delicada a mano como nos enseñaron de pequeños?, ¿acaso nos preocupamos de arreglar lo que se estropea cuando hemos pagado poco por ello.
Recientemente estuve en un viaje profesional en la Habana y me sorprendió ver que algo como tener una bovina de hilo y una aguja, para mucha gente, era un artículo de lujo.
Por tanto, ¿hemos perdido el valor de las cosas sencillas hasta el punto de pensar que ya nada tiene su valor?, ¿ingerimos en nuestra vida todo como si lo viejo no tuviera un lugar en nuestras vidas? Y lo que es más terrible aún, ¿hacemos lo mismo con las relaciones personales?, ¿los que conocemos ya no tiene valor?.
En mi opinión aprender a valorar el momento presente, el placer de ir a comprar al mercado, elegir las manzanas que comeremos o el menú que haremos a nuestras familias estas navidades tiene un gran valor y es el camino para llegar a la autorealización.
Dejemos de buscar más allá la felicidad y el placer de disfrutar de las pequeñas cosas, para pasar a vivir el momento presente en cada acto que hagamos en nuestro día a día y tal vez, solo así demos valor a lo que nos rodea y seremos capaces de ayudarnos unos a los otros a sacar hacia delante nuestros negocios y nuestras vidas.