Mientras algunos hoteleros mallorquines mendigan que la Familia Real continúe veraneando en Mallorca, la Casa Real mueve ficha después de unas elecciones europeas donde destacan las “victorias” de Bildu y Esquerra Republicana, el PSOE se deshace en su mar de incoherencias, y Convergencia anuncia su abstención Real. ¡Vaya panorama!
Lo que me parece más alucinante es que se asegure con total convicción que el Rey ha constituido un atractivo turístico para Mallorca. A ver, aquí quien debe estar más agradecido es el Monarca. Agradecido por haber disfrutado de un palacio que era de todos, por haberle pagado todos sus gastos, y agradecido por haber aguantado sus infidelidades, sus devaneos, sus cacerías, sus excesos, sus ahorros en Suiza, etc.
El turismo en Mallorca se inició a principios del siglo XX con la creación de Fomento del Turismo. El boom turístico de los 60 y 70 es anterior a tener Rey y anterior a que éste eligiera Mallorca para vivir a la bartola. Mallorca se da a conocer internacionalmente, por Llull, Chopin, l’Arxiduc, los grandes viajeros, por Borges, por Chaplin, por Robert Graves, por Ava Gadner, por las Conversas de Formentor, por Cela, por Douglas y por muchos otros que se han acercado a nosotros sin tener en cuenta la presencia del Rey.
Por ello, todavía no entiendo el entusiasmo con que algunos defienden la institución monárquica, propia de siglos pretéritos. A mi, tener un Jefe del Estado por la gracia de Dios, sin mediar la democracia, no me hace tilín ni tolón. Y que además no se le pueda juzgar, no sepamos que cobra ni donde tiene el dinero, se le permitan hechos que si los hiciera cualquier otro serían denunciables… me parece increíble.
¿Muerto el Rey, viva el Rey? No, gracias.



