La odisea ha empezado con la subida de los pasajeros al barco de la naviera GVN en el Port de Palma. Entonces, y para sorpresa de los allí presentes, han sido informados de que no había butacas para todos, a pesar de haber pagado los demandados 165 euros. Eran aproximadamente las 20.30 horas.
Aprovechando la desesperación de los presentes, la naviera ha empezado a vender camarotes por 75 o 68 euros, cuando, en teoría, llevaba días teniéndolos todos completos.
A pesar de los esfuerzos de Moviment Mallorquinista y Veloviajes, primeras víctimas del engaño, ha sido imposible conseguir una solución satisfactoria para todos los afectados. Algunas personas mayores y una mujer con muletas han podido ser recolocados en camarotes, hoy misteriosamente sin estar ocupados. Mientras, otros tiraban de cartera para no quedarse tirados durmiendo en el suelo, tal y como le ha sucedido a más de una cincuentena de mallorquinistas que no olvidarán jamás el que alguno ha definido como "el peor desplazamiento de la historia. Ha sido vergonzoso. Y la culpa la tiene el club y las instituciones que no han movido ni un dedo por nosotros".
Otro aficionado añade que "me gustaría que hubiera venido con nosotros Alfonso Díaz o alguien del club porque nos han tratado peor que animales, como si fuéramos mercancia o carga". "Esto tiene que ser obra de un balearico", añade su compañero con media sonrisa.
"Ni se han preocupado por la gente mayor. Pasaban por delante de ellos como si nada. Hay que ser muy sirvergüenza para pasar de todo después de que nos hayan robado", lamenta una chica. "A mi ya se me han quitado las ganas de todo. Me iría para Palma", reconoce un niño de 7 años con lágrimas en su rostro.
"No les querían dar ni un camarote a los conductores de los autobuses. Les daba igual si descansaban o no", apunta un joven antes de que su amigo subraye que "había hasta una chica embarazada. Es lo más vergonzoso que he visto nunca".
TENSIÓN EN EL BAR QUE CASI LLEGA A LAS MANOS
En un momento dado, los camareros han intentado echar a los aficionados que estaban en el bar sin consumir. "¿Dónde coño quiéres que nos metamos?" ha gritado uno de los que siempre animan antes de que, de manera espontánea, las decenas de personas plantaran cara a los empleados. "¡No, no, nos moverán'", ha empezado a gritar una afición que hoy ha sido humillada y maltratada.
Y ello por no hablar del deplorable estado en el que se hallaban los servicios de la embarcación "que ya daban asco antes de zarpar. Tanto asco que luego los han cerrado casi todos", se quejaba una mujer de avanzada edad.
El camino, que tenía que ser una fiesta, se ha convertido en una pesadilla. De hecho, la gente estaba tan cansada que apenas podía gritar o animar durante el trayecto de ocho horas que separan Denia y el Estadio de La Cartuja.
NO ES UN HECHO AISLADO
Hecho similares tuvieron lugar el pasado mes de agosto en el mismo navío. Apenas 24 horas antes, había sucedido lo mismo en un ferry de la misma compañía que partió desde Barcelona con rumbo a Palma.
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