En tu casa o en la mía

"La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad”

No lo digo yo, lo dijo Le Corbusier.

 

La programación de los canales de televisión también está sujeta a modas, es obvio. Y si algo parece que está en boga en la actualidad son los ‘programas ‘de casas’. A bote pronto me vienen a la cabeza hasta 8 programas situados en parrilla en la actualidad que tienen como tema central el interiorismo. En algunos canales incluso, la presencia de este tipo de espacios es más que persistente.

El panem et circenses del que se suele hacer uso y abuso especialmente en tiempos de crisis, podría ser una explicación a este auge. Soñar, evadirse, ver que otra vida es posible, resurgir… son ideas que permanecen en el subconsciente. La captación de ideas, el voyerismo o la simple diversión son los motivos que pueden aducir el seguimiento de este tipo de programas. Porque, no lo olvidemos, la televisión es, por encima de todo, entretenimiento.

Los realitys que nos llegan desde el otro lado del Atlántico son una clara muestra del Pigmalión inmobiliario: reformar casas en mal estado suele ser el leit motiv. El envoltorio es lo que da personalidad a cada programa, aunque se pueden observar elementos comunes: unos participantes humildes que se muestran escépticos como si desconocieran la dinámica del guión, unos agentes de ventas totalmente estereotipados, unas obras plagadas de imprevistos, y unas casas levantadas en dos semanas a base de paredes de madera y papel, que no extraña que al primer tornado vuelen hasta Saturno.

En España, los experimentos televisivos de producción propia de ‘renovar casas’ no han disfrutado del beneplácito del share. Sin embargo, eso de enseñar viviendas extraordinarias sí que está siendo explotado por alguna cadena mayorista. En muchos de los casos se trata de edificios cuyos propietarios se vieron beneficiados hace varios lustros por el boom inmobiliario, y ahora no tienen reparos en exhibir su nueva riqueza ante el resto de ciudadanos y ante los cacos potenciales. Deben tener mucha confianza en su alarma.

Alabo el gusto de aquel que lucha por tener un hogar en el que se sienta plenamente identificado. Ahora, lo que me gustaría saber es cómo alguien que ha conseguido tener una casa de 400 m2 habitables y dispone de personal de servicio 8 horas al día y 5 días a la semana sólo sabe contestar con la muletilla: “La verdad es que sí” cada vez que es preguntado por el conductor del programa. Quod natura non dat, domus non praestat.

 

Corolario: La ostentación inmobiliaria le ha salido cara a más de uno...

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